"La sociedad tiene que estar formada para saber detectar a la gente que se está radicalizando en la sombra", alertó David Garriga, criminólogo, analista de etiología yihadista, insurrección y movimientos radicales, y presidente de Comunidad de Inteligencia y Seguridad Global (CISEG), organización de carácter privado sin ánimo de lucro que tiene como objetivos la concienciación y la formación para la prevención de la radicalización de la violencia, la lucha contra el terrorismo y la ayuda a las víctimas de este, y cuyo principal foco de atención es el terrorismo yihadista.

Garriga participó ayer en el Club FARO junto con Antonio Martín, analista en terrorismo yihadista y geoestrategia internacional en la conferencia-coloquio "Terrorismo de etiología yihadista. (Análisis, detección y prevención social)", que presentó el delegado en Galicia de CISEG, Jose C. Prado, en la que los dos especialistas explicaron cómo funciona la captación de adeptos de las células terroristas y los indicadores que pueden alertar sobre la radicalización de una persona.

El analista alertó de que pensar que este tipo de terrorismo es una cuestión exclusivamente de la policía es un error que da una importante ventaja a los terroristas para atentar. "La sociedad civil es fundamental para poder detectar a esta gente que se está radicalizando poco a poco y a la sombra, porque no todo se hace a través de redes, sino que la mayoría de las veces es en el propio domicilio y quienes pueden ver estos cambios son las personas que están en contacto con esa persona o ese chaval vulnerable a ser radicalizado", afirmó.

Pero para ello, hay que aprender a ver. Con esta premisa, el experto en terrorismo yihadista se refirió a la necesidad de que la sociedad sepa qué elementos son realmente relevantes para detectar la radicalización. "Si la sociedad no está formada para saber qué tiene que ver, es muy difícil que ese chaval sea detectado a tiempo antes de que se radicalice y acabe atentando. Los terroristas juegan muy bien con la propaganda para que creamos que el peligroso es el que lleva barba y una chilaba hasta los pies para que así ellos puedan pasar por detrás. Pero, ¿cuántas personas han atentado en Occidente que fueran vestidas así? Ninguna", explicó.

Garriga puso como ejemplo los atentados de Barcelona, donde la radicalización de la mayoría de la célula fue en un pueblo pequeño, en el que después de cometidos, todo el mundo había visto cosas, pero nadie las había considerado peligrosas en ese momento.

Esta organización lleva un año trabajando en la formación de profesores y enfermeros, agentes sociales muy implicada en el perfil que busca el terrorismo yihadista: los jóvenes, para que puedan detectar los casos de radicalización y denunciarlo ante la policía. Además de la detección, el especialista aseguró que es necesario la creación de centros donde se pueda trabajar con estos chavales cuando están aún en niveles bajos de radicalización porque cuando una persona es radicalizada al máximo es casi imposible de revertir.

Garriga aseguró que el terrorismo yihadista no tiene que ver con el Islam, aunque líderes como Bin Laden "lo hayan vendido como tal" dentro de una estrategia basada en la dicotomía del pensamiento de la sociedad entre los que comparten su ideología y los que no. "Cuando hay un atentado de este grupo, se responsabiliza a la comunidad islámica y los musulmanes, que la mayoría no tienen nada que ver con esto y que no sienten de aquí porque los rechazamos como terroristas, por lo que muchos pueden tener la tentación de irse al otro lado. Y el odio Occidente-Islam e Islam-Occidente es lo que buscan", alertó.

El ponente alertó de que los terroristas ya no son captados en los países de Occidente y formados en Siria o Irak, sino que son captados y formados aquí, lo que hace más difícil que se detecte. Aún así, hay una serie de señales que pueden alertar de que un joven ha sido reclutado, como el cambios en el comportamiento y en su apariencia -sobre este punto matizó que ha de extrañar más que una persona que vestía chilaba comience a usar vaqueros que lo contrario, ya que lo que quieren los terroristas es que pase inadvertido, explicó-, su discurso y su personalidad.

El especialista aseguró que estos grupos terroristas conocen muy bien el perfil del joven suceptible de ser captado: un chaval con crisis de identidad, que ha sufrido agravios sociales, sin alternativas, con una necesidad de pertenecer a un grupo y con un sentimiento de odio. "Este último lo provocamos nosotros a veces sin querer metiendo el Islam en el terrorismo y esto sí lo podemos evitar", afirmó.