Seis meses después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) certificara la eliminación del sarampión en España, la inquietud se desataba por la confirmación de un brote en el norte de Portugal, en el área de Oporto. La Dirección General de Salud portuguesa confirmaba varias decenas de casos, dentro de un total de sospechosos superior al centenar.

La situación en el país vecino llevó al Servizo Galego de Saúde (Sergas) a ofrecer, el pasado mes de marzo, una edición adelantada de su "Venres epidemiolóxico", una publicación quincenal sobre el control de enfermedades. El boletín del Sergas advertía de que "la cercanía, la intensa relación interpersonal y la magnitud del brote" al otro lado de la frontera suponían un mayor riesgo de que en Galicia se puedan dar casos derivados.