El 25 de noviembre de 2016, Lourdes Domínguez Lino (Pontevedra, 1981) colgó las raquetas después de una larga carrera que comenzó en 1996. Tenía 35 años y dos títulos individuales del circuito profesional WTA y seis en dobles; así como 14 títulos individuales del circuito Challenger y 33 en dobles. Desde hace un mes y medio, la deportista -la primera gallega en ganar un torneo de la WTA- dirige en Barcelona, junto con su amiga y también extenista Ana Alcázar, un equipo femenino que tiene en sus filas a Aliona Bolsova, que en esta temporada ha subido más de 200 puestos en el ranking mundial.

-Tras dos años de descanso, ahora entrena a su propio equipo. ¿Cómo se vive el tenis fuera de las pistas?

-Es distinto. Cuando eres jugador eres tú la que está en la pista, la que toma las decisiones y la que vive los triunfos en primera persona y solo tú sabes lo que realmente te ha costado llegar hasta ahí. Como entrenadora también es una satisfacción cuando ves que ganan y que el jugador o jugadora va mejorando, pero son situaciones totalmente distintas.

-¿Se sufre menos?

-También se sufre, pero yo soy bastante tranquila. Cuando el trabajo está bien hecho, al final los resultados terminan saliendo, aunque haya días mejores y días peores. Me pongo nerviosa, pero lo justo y necesario. Además, como jugadora he vivido todo eso y sé qué se siente. Sé lo que es competir y por eso también quiero que ganen.

-¿Retirarse fue la decisión más difícil?

-Sí, porque mi carrera como tenista ha sido lo más importante hasta el momento y será difícil que algo lo supla, pero son etapas. Sabía que algún día iba a llegar el momento, y aunque fue duro también la exprimí al máximo. En ese sentido estaba tranquila conmigo misma. No es fácil cuando llevas toda la vida dedicándote a algo, pero yo quería sobre todo retirarme antes de que el tenis me retirase a mí. Y fue el momento perfecto, casi con 36 años, con una carrera muy larga, con muchos triunfos, con muchas experiencias y mucho trabajo detrás que solo sé yo lo que me ha costado conseguirlo.

-Una lesión le impidió participar en los Juegos Olímpicos de Londres 2012. ¿Esta es su espinita?

-Pues sí, porque en 2012 lo tenía todo muy bien encarrilado; estaba prácticamente clasificada y me hice una fractura en el pie que me mantuvo cinco o seis meses apartada de las pistas y coincidió además en la peor época en la que me la podía hacer para la clasificación. Se me quedó ese mal sabor de boca, pero no podía hacer nada. Tuve que mentalizarme de que no estaba en mi mano, que había sido algo que podía pasar y ya está.

- ¿Qué le gustaría conseguir como entrenadora que no consiguiese como jugadora?

-Creo que cualquier jugador de tenis sueña con ganar un Grand Slam y yo creo que como entrenadora también me gustaría que una de mis alumnas lo consiguiese y poder vivirlo como entrenadora, ya que como jugadora no he podido. A mi socia [Ana Alcázar] la conozco desde los 15 años y somos amigas de toda la vida. Ella también fue tenista, aunque se retiró muy joven y desde entonces se ha dedicado a entrenar. Estamos las dos muy ilusionadas con el proyecto, y tenemos las mismas ideas de trabajo y del tenis. Y, la verdad, tenemos muchas ganas e ilusión de que las cosas vayan saliendo bien y poder darle al tenis femenino español jugadoras para que se siga hablando de él.

-¿Qué momento vive el tenis femenino español ahora mismo?

-Hay varias jóvenes que apuntan bien, que tienen muy buen nivel y de quienes probablemente oigamos hablar de ellas en dos o tres años, aunque con Gabiñe Muguruza se está hablando mucho de tenis femenino. Esperemos que ella siga ahí y que dentro de poco vengan muchas más, porque España siempre ha sido un país puntero en tenis, tanto masculino como femenino, y necesitamos gente joven que tenga ganas de ser tenistas. Sin embargo, a la gente joven cada vez le cuesta más jugar al tenis y aguantar lo que es una carrera profesional.

-¿Por qué?

-Tal vez porque antes no tenía tantas puertas abiertas para conocer tantas cosas. Las chicas se están yendo a estudiar a Estados Unidos con becas de tenis, que es una buena salida, pero también está haciendo que la gente decida demasiado pronto que no quiere ser tenista.

-¿Cuándo descubre usted que quiere dedicarse al tenis?

-De muy pequeña. Empecé con las palas en la playa. Mis hermanos dicen que estaba todo el día jugando y que tenían que turnarse porque no quería parar. Después, mis hermanos iban al club como hobby y yo, con 4 o 5 años, iba con ellos y empecé a dar clases. Siempre tuve claro que quería dedicarme a ello.

- ¿Echa de menos Galicia?

-Muchísimo; cada vez más. Porque mis padres están ahí, casi todos mis hermanos también. Para mí siempre ha sido un bálsamo. Cuando acababa las temporadas, me venía para aquí a cargar las pilas.

- ¿Pasará aquí sus vacaciones?

-Estuve ocho días en junio. Ahora voy en plan mochila a Tailandia, quince días. Pero en octubre me escaparé otra vez a Galicia.