Bajo el lema de "Retos de los servicios sociales del siglo XXI", el asesor y consultor independiente Fernando Fantova (Bilbao, 1961) participa esta semana en actividades organizadas por el Consello de Traballo Social de Galicia con el objetivo de aprender, compartir e intercambiar ideas sobre lo que debería ser la atención social actual.

- ¿Hay que cambiar el sistema actual?

-Completamente. Hay ansias de cambio y no se trata tanto de cambiar las rutinas como de transformar por completo el modelo y dar un giro estratégico.

- ¿Cuál es el problema de los servicios sociales actuales?

-El principal es que están orientados hacia una sociedad que ya no existe. Se crearon en un mundo con pleno empleo, familias patriarcales, con la mujer como cuidadora y poca gente llegaba a jubilarse. Por ese motivo había una asistencia social residual que se ocupaba de esa minoría. Pero eso pertenece al pasado y los servicios sociales deben ser un servicio universal para que cualquier persona que los necesite pueda valerse para mejorar su autonomía y su mantenimiento. Precisamos redes más potentes entre los diferentes servicios.

- Parece un objetivo complejo de alcanzar.

-El cambio ya se está abordando sin prisa y sin pausa. En el País Vasco, donde fui viceconsejero de Asuntos Sociales, comenzamos por que los asistentes sociales dejasen de gestionar las ayudas porque se entendía que no deben limitarse a los trámites burocráticos económicos. Los liberamos de esa parte y al propio sistema de servicios sociales porque no tiene sentido estudiar una carrera como Graduado Social o Educador Social y limitarse a tramitar ayudas para subsistir. Los servicios sociales no tienen nada que ver con eso, son acompañamiento, cuidado de las personas, de todas las que lo necesiten más allá de la aportación económica que es importante pero es poco probable que solo así reviertan su situación.Estamos ante una nueva complejidad social y los servicios sociales se pueden abordar con la colaboración entre todos los pilares. Hay que organizarse de otra manera porque no será posible continuar así y acabarán desapareciendo.

- Suena drástico.

-Es una realidad. La única ventaja que tenemos de cara al cambio es que lo que hay ahora es imposible que sobreviva con el modelo actual así que o nos reiventamos o desaparecemos. Siempre pongo como ejemplo lo que ocurrió con Kodak, que estaba en la cima y ahora no existe. Cuando surgieron los nuevos dispositivos pudo renovarse pero eligió morir y los servicios sociales se enfrentan a la misma disyuntiva.

- ¿Cuál es el objetivo a alcanzar?

-Tenemos que llegar a ser un servicio de alto valor añadido que haga frente a una sociedad con un problema de aislamiento social y una crisis de cuidados muy grave. Hay que trabajar en el calor comunitario y el de la familia para hacerlo sostenible, sacar a la gente de la reclusión de sus casas y también cambiar algo tan importante como el hecho de que los servicios sanitarios están pensados para que haya un familiar acompañando en la habitación del hospital o a la hora de tomar las pastillas y eso ya no siempre puede ser así. Es un servicio disfuncional que tiene los días contados.

- En Vigo existe un programa similar al que propone, los Coidadores de Barrio que acompañan a personas mayores que viven solas.

-Una de las claves es precisamente eso. Necesitamos que haya una sociedad con capacidad de acompañamiento, esa activación comunitaria y familiar. Hay muchas oportunidades para construir una comunicación más activa y está demostrado científicamente que la base para ser felices está en los cuidados, el amor y el afecto.