El Citroën Dyane ha cumplido medio siglo, pero continúa viéndose por algunas de nuestras carreteras,gracias a un puñado de conductores que admiran su versatilidad, lo poco que consume para la época en la que fue creado o su ligereza. Citroën consiguió con él un gran éxito de ventas, y lo fabricó durante décadas en sus instalaciones viguesas. Salió al mercado con tres puertas y terminó por añadir las traseras. Era un coche sin dirección asistida, con solo dos cilindros, y un motor de menos de 30 caballos en las primeras versiones. El paso de los años ha ido construyendo largas historias que relacionan personas y máquinas, usabilidad y sentimientos.

El primer recuerdo que tiene Simón Pazos de su Dyane 6 es marearse camino de la aldea, cuando lo conducía su abuela por la carretea nacional.El coche tiene ahora 42 años y lo guarda como oro en paño, pues ha sido parte de su vida casi desde que nació, incluso evita utilizarlo en invierno para que no se deteriore. Su Dyane aún funciona perfectamente, pero la familia ha aumentado de tamaño. Ahora lamenta tener que desprenderse de él, y lo ha pusto a la venta muy a su pesar, pues fue de su abuela, después de su madre y ahora suyo.

Según José Luis Blanco, presidente del Club Gallego de Automóviles Antiguos, este coche es "un patrimonio de la época en la que se empezaba a valorar la disponibilidad de desplazarse". Se le llamaba 'el coche de la gente encantadora'por un anuncio en el que la propia Citroën reconocía que en las curvas "se tumba, pero no se cae". Blanco tenía un amigo que llamaban 'Aquilino el encantador' porque tenía un Dyane en su poder, y aunque reconoce no ser un gran fan del modelo, admite que este coche "en los baches era como estar sentado en el sofá, y era perfecto para carreteras sinuosas como las que había de aquella. Eso sí, había que entrar con fuerza a las subidas con curvas, porque si no se te 'moría', tenía poca potencia". El gerente recuerda que es un vehículo que con el paso del tiempo se irá revalorizando. Más aún cuando su resistencia es casi legendaria.

Ángel Rodríguez recuerda cómo un mecánico dejó flojos varios tornillos de su Dyane y aun así llegó hasta Pontevedra con él. "Hacía un ruido bestial, el carburador estaba suelto y cayéndose y aun así andaba el Dyane. Además, eran coches que reparaba cualquiera, los de ahora son mucho más complicados y electrónicos", señala.

Jose Manuel Díaz tiene un Dyane de más de 40 años, lleva con él 35.El cuentakilómetros marca 38.981. Ahora lo utiliza menos, para el verano, porque al comprar coches nuevos fue limitando su uso, pero viajaron juntos a Valladolid, Lugo,Ponferrada, Éibar? Asegura no haber sufrido jamás una avería de ningún tipo, ni siquiera un abollón. Sus únicos problemas, haber tenido que cambiar la batería o los frenos de adelante. Aún le arranca a la primera, confirma.

" La conducción es 'de tobogán', con un vaivén continuo pero cómodo. Posee esa amortiguación tan distinta a la de los coches de ahora y propia de los coches de la marca francesa por aquella época.En las curvas se inclina muchísimo a los lados, pero después de balancearse por lo blando de la suspensión, recupera su sitio sin problemas. Toda la carrocería se mueve con la curva, mientras que el chasis se mantiene estable", declara el conductor.

Toni Jiménez lleva diez años conduciendo un Dyane azul, y en su opinión es mejor que los coches modernos: "No hay punto de comparación, desde la sencillez del motor, que a los actuales no hay quien les meta mano, a la impresionante amortiguación. La gente debería probar el Dyane 6 antes de montar en globo. No hay palabras, es un goce y un disfrute, y no tienes que preocuparte ni por las bombas de agua ya que se refrigera por aire", declara Jiménez.

"Se debería seguir fabricando, con modificaciones mínimas, como algo más de seguridad. Consume poco, y el mío todavía alcanza 120 kilómetros por hora, mucho más de lo necesario", concluye.

Diego y Pili utilizaron un Dyane azul turquesa durante muchos años, y destacan su versatilidad: "Era muy bueno para el verano con los niños, y también para ir a buscarles al colegio. No solo tenía un sistema descapotable, también podías sacar los asientos y usarlo de furgoneta.

Valoran su sencillez: "Era un coche económico, con una suspensión muy suave en los ejes, conducías por el monte y no te enterabas de los baches, y tampoco te dejaba tirado. Incluso si se rompía uno de los palieres, podías seguir andando durante un breve espacio de tiempo". El Dyane les falló solo una vez, cuando ya estaba viejo: se quedó sin frenos y atravesó toda la calle, pero consiguieron pararlo sin consecuencias.

Isabel trabajó 43 años en Citroën y compró su Dyane beis en la propia fábrica. Recuerda de él un cómodo respaldo, enrollar la capota y convertirlo en un descapotable, y la palanca de marchas al lado de la radio, en lugar de entre los dos asientos. Nunca le dio problemas y conquistó poco a poco su cariño.

La familia de Loli Fernández ha utilizado el mismo Dyane durante varias generaciones y nunca han tenido más percances que el descargarse la batería. Ella lo utilizaba para ir hasta la carnicería que tenía en Bembrive o llevar a sus hijos al colegio, la llamaban 'Sor Citroen'. El sacerdote de Castrelos le preguntaba a menudo si todavía continuaba con el Dyane. Aún sigue en su garaje. El coche tiene casi 40 años y hasta hace poco su uso era diario.

Xosé María tiene 4 Dyanes. Uno de ellos se lo regalaron en Marín, estaba destrozado. Lo restauró y recorrió con él España y Portugal. Ya ha restaurado 18 coches y espera hacer lo mismo con los otros tres Dyane. Reconstruir estos vehículos le produce una satisfacción especial, "comprarlos o venderlos tiene un precio pero no el mismo valor".