La semilla prendió en los años 70 en la Metropolitan Opera House de Nueva York. Allí, un grupo de profesores sentó las bases de un proyecto de formación para que escolares creasen por sí solos una ópera. Poco a poco, la idea fue madurando fijándose más en el desarrollo emocional y personal; y saltando a otros países. Así, nació LÓVA (La ópera, un vehículo de aprendizaje). Actualmente, en Galicia se está desarrollando en los colegios San Sadurniño y As Mirandas. Su coordinador en España, Pedro Sarmiento, participa el 27 de mayo en Vigo en el I Foro de Educación FARO DE VIGO. Lo hará en el taller "De la emoción al aprendizaje. Proyecto LÓVA".

-LÓVA consiste en que toda una clase de Primaria, sin ayuda adulta, ponga en escena una ópera ocupándose del libreto, del vestuario, escenario, promoción, iluminación... pero ¿cuáles son los primeros pasos?

-Mucha gente se fija solo en la música y piensa que la clase empieza a crear desde el primer día una ópera; pero lo que sucede es muy distinto. Desde septiembre a diciembre, la clase trabaja la identidad a nivel colectivo e individual. Eligen el nombre de la compañía, el logotipo que los va a representar y, sobre todo, dedican mucho tiempo a pensar en el tema. Este debe ser algo que les interese profundamente; por eso, eligen temas profundos como la muerte, la envidia, la separación, las peleas entre los padres. Con estos pasos, empiezan a conocer las profesiones, recibiendo visitas de profesionales. Cada uno solicita ocupar tres puestos para, finalmente, otorgarles uno.

-¿Qué obstáculos tienen?

-Hay unos que son inherentes al proyecto. Como en todo trabajo, se generan dificultades, tensiones, que el propio grupo tiene que resolver. Ese el principal aprendizaje. La profesora debe templar los ánimos. Después, también hay dificultades externas. Cuando se llevan a cabo iniciativas educativas con el trabajo basado en las emociones, siempre se encuentra cierta resistencia porque hay personas que piensan que se está perdiendo el tiempo. Creen que en la hora de esta actividad se debería estudiar un tema de un libro o hacer ejercicios de otro. Las dificultades tienen que ver con demostrar que los niños están aprendiendo cosas muy importantes que necesitan tiempo y que no se reduce a un aprendizaje cognitivo de cosas que están escritas en los libros, sino en la vida.

-Recientemente, en CLUB FARO, Juan José Juárez, de la Fundación Bertelsmann, decía que las competencias socioemocionales. pesaban más que el currículo para obtener un empleo y que éstas debían ser desarrolladas desde pequeños. Parece que este proyecto conecta con esa idea.

-Completamente pero, además, estas son cosas consideradas abstractas por alguna gente, cuando realmente hay que ponerlas en práctica. Pongo un ejemplo. Recuerdo la anécdota de un niño que le pidió a su profesor un metro de más longitud porque el que le había dado no le alcanzaba para medir el escenario entero. Este es un ejemplo sencillo de cómo el aprendizaje de las matemáticas tiene que estar aplicado y de que, a veces, le damos mucha importancia a los libros pero, después, en la práctica, no sabemos medir cosas como un escenario.

-¿Es muy difícil la formación del profesorado en este método?

-La formación en sí constituye un curso intensivo de ocho días en el que raro es que la persona no acabe exhausta. Es un curso muy exigente pero lo difícil es realizar el proyecto que dura desde principios de septiembre a finales de junio; y ser un guía de un proceso con muchos altibajos.

-¿Es la clave para profesorado y alumnado desmotivados?

-Todas las personas que se acercan a a LÓVA tienen un nivel altísimo de motivación. Somos conscientes de que no descubren ideas pedagógicas que no trajesen consigo. Tal vez, las confirman y el poder compartirlas con personas que sienten sus mismas inquietudes, hace que tengan más fuerza para llevar el proyecto a su centro.

-¿Puede formarse todo profesor que lo desee o hacen una selección?

-Se hace una selección pero el criterio que se sigue no tiene que ver con la calidad de los profesionales, pero sí con que tengan las condiciones adecuadas. Por ejemplo, pedimos que los equipos directivos de su centro manifiesten su apoyo al proyecto y también elegimos centros que atienden a situaciones de vulnerabilidad o centros de los que vienen dos profesores.

-Este año, la formación del profesorado se realizará también en Galicia, concretamente en Ferrol, además de otros en Madrid, Barcelona y Valencia.

-Lo hacemos en el Teatro Jofre. Toda la información la tiene el Centro de Profesores de Ferrol. Es un curso de la Xunta de Galicia.

-¿Cómo se evalúa a los alumnos?

-Hay una evaluación constante. En este proyecto de debate y negociación constantes, todo está siendo evaluad permanentemente. El equipo está formado por nueve o diez subequipos que están evaluándose entre ellos. Hasta que los autores del libreto no terminan una escena, otros equipos esperan pensando en los ensayos, qué escenografía va a tener, qué vestuario... Las sesiones en las que se reúnen los equipos son sesiones de evaluación (coevaluación). Esto da al equipo una responsabilidad alta porque no se trata de poner notas sino de analizar cosas reales.

-¿Cómo es el feedback

-Es muy variado. Una mayoría de las familias aprecia cambios importantes en la actitud de los hijos. La actitud con la que acuden al colegio también se modifica. No dicen que van al colegio sino que van a reunirse con su compañía porque tienen trabajo. Las familias tienen dudas, piensan que deberían tener más Matemáticas, Educación Física. Pero, con los meses, ven que esta es una forma distinta de trabajar esas áreas y que las integran mejor y, en algunos casos, les sorprende el alto nivel de aprendizaje, especialmente, en el área de Lengua, con el avance de la expresión oral y escrita, la madurez a la hora de hablar. Además, el proyecto tiene que ver mucho con infundir confianza.

-Desde las facultades universitarias, ¿aún se sigue un esquema antiguo de formación?

-Creo que sí, las facultades por su propia naturaleza son entidades poco flexibles. Aunque están pobladas de docentes con grandes ideas, son víctimas de cierta esclerosis universitaria, cierta lentitud en la reacción ante cambios sociales.

-LÓVA parece una panacea.

-Tampoco es un elixir mágico. No genera resultados portentosos. Llevamos diez años y es una experiencia que acompaña a los niños durante toda su vida. Para cada uno, adquiere un significado distinto. Hace unos meses tuvimos una reunión con un grupo de alumnos que habían hecho LÓVA. Una alumna que estudia Magisterio dijo algo que dejó petrificadas a las maestras: "A mí, en la facultad, me hablan de nuevas metodologías y yo no tengo que estudiarlas en los libros; las he vivido".

-¿No se le encoge el corazón?

-Completamente, tengo que hacer esfuerzos para que no me tiemble la voz.

-Porque el fin último del proyecto es la búsqueda de la felicidad.

-Sí y yo creo que es un objetivo perseguido por una amplísima mayoría de docentes.