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Gallegos en la cima

Ricardo Martínez García: "La mayor lacra del sistema español de I+D es la enorme endogamia"

El físico teórico pontevedrés desarrolla modelos matemáticos en Princeton para entender fenómenos biológicos y ecológicos

Ricardo Martínez , ante un esqueleto de dinosaurio que se exhibe en Princeton.

Aunque de pequeño quería ser astronauta para emular a Pedro Duque y estudió en La Laguna, la principal cantera de astrofísicos del país, Ricardo Martínez (Pontevedra, 1988) prefirió aplicar sus conocimientos al ámbito más terrenal de la biología y actualmente trabaja en el departamento de Ecología de la prestigiosa Universidad de Princeton, una de las mejores de EE UU y de todo el mundo. Allí desarrolla modelos matemáticos para entender fenómenos naturales que surgen a gran escala como resultado de interacciones a nivel individual.

Las increíbles formas geométricas que la vegetación dibuja sobre África y que revelan las imágenes por satélite desde el espacio son un ejemplo de los efectos de esas relaciones. Y su tesis, desarrollada en el Instituto de Física Interdisciplinar de Baleares y distinguida con varios premios, tuvo en cuenta la comunicación entre las gacelas de Mongolia para moverse de la manera más efectiva en busca de alimento.

Acabada su etapa doctoral, Ricardo buscó plaza en Europa, pero la oportunidad llegó de EE UU, donde ya había realizado una de sus estancias anteriores en el extranjero. Llegó en agosto de 2014 y actualmente tiene un contrato financiado por la Fundación Gordon and Betty Moore para trabajar en el laboratorio de Corina Tarnita.

Su proyecto principal estudia la evolución multicelular utilizando como modelo amebas sociales: "Son unicelulares y se alimentan de bacterias, pero cuando éstas no están disponibles empiezan a comunicarse entre ellas y se unen para formar un organismo multicelular. Son capaces de organizarse de manera compleja e incluso una parte de ellas se sacrifican para que otras puedan reproducirse".

También participa en otro estudio de la Universidad de Glasgow relacionado con la formación de biofilms. "Si bebes agua infectada con bacterias de cólera, éstas se aferran al intestino formando un grupo compacto, empiezan a comunicarse y entonces segregan las toxinas que causan la enfermedad", explica sobre la creación de estas biopelículas.

Ricardo, que sigue colaborando con el instituto balear, considera que la ciencia "es más multidisciplinar" en EE UU. "Los biólogos tienen una formación matemática más fuerte y están más dispuestos a colaborar con otras disciplinas", asegura. De hecho, uno de los profesores de su departamento es Simon Levin, matemático y una de las referencias mundiales en ecología.

Esta plantilla de élite es, junto con la financiación, una de las "grandes ventajas" de poder trabajar en Princeton: "A John Nash podías verlo almorzando todos los días en el comedor de los estudiantes. Además de tener como profesores a varios premios Nobel, también vienen visitas de altísimo nivel. Y en general están encantados de compartir su conocimiento. No hay que perder la oportunidad de acercarse a ellos, porque lo peor en ciencia es ser vergonzoso. Yo formo parte del programa de mentorización de Ecusa, la asociación de científicos españoles en EE UU, y siempre se lo digo a los estudiantes".

Ricardo también rechaza la figura de los físicos y matemáticos como personas asociales e incluso frikis. "Muchas veces esta imagen la fomentan los propios científicos. Al final cada uno se dedica a lo que le gusta. Para mí lo complicado puede ser leer un texto de Platón y entenderlo. Hay que ser capaz de explicar lo que haces para llegar a cuanta más gente mejor. Sobre todo en España, donde la mayoría de la financiación es pública, aunque hay que reconocer que se ha mejorado mucho en divulgación", destaca.

No se han registrado estos avances, sin embargo, en otros aspectos del sistema de I+D: "La mayor lacra, además de la indiscutible falta de recursos, es la enorme endogamia. Es innegociable marcharte fuera al acabar el doctorado. La ciencia es una actividad global y me parece una barbaridad que resulte más difícil encontrar plaza si te has formado varios años en el extranjero que si te quedas en tu universidad. El país debería esforzarse por recuperar a todos los sénior brillantes que están por ahí. A mí me gustaría volver algún día pero de momento prefiero no darle muchas vueltas".

Aunque se marchó a vivir a Canarias siendo un crío, Ricardo siempre ha mantenido los vínculos con su tierra natal. "Mi hermano toca la gaita y en la familia siempre fuimos socios del Pontevedra. Yo llevaba su camiseta cuando jugaba al fútbol mientras los otros niños tenían las del Madrid o el Barça. Vuelvo cada verano y, a medida que me hago mayor, Galicia me atrae más", reconoce.

Optimista por naturaleza, el físico gallego prefiere pensar que Trump no se atreverá a recortar los fondos para ciencia, una de las principales columnas que sostienen la potencia económica estadounidense: "Fue un schok. En un departamento de Ecología y Biología Evolutiva como el nuestro no cabe en la cabeza que se rodee de creacionistas y niegue el cambio climático. Entiendo que tuvo un discurso fácil para captar a los indignados. Pero incluso si cortase la inversión pública quedaría la privada, que es importantísima. Sería lo peor que podría pasar".

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