La artesana gallega Marta Armada -especializada en joyas de cerámica, plata y oro- reconoce, sin perder la sonrisa, que "quizás me va mejor fuera de España que aquí porque entienden un poco más, son un poco más abiertos". Con este parecer de la viguesa, coincide Luis González, de la pyme de joyería Bergondo Ardentia, que vende a una veintena de países incluidos Dubai o Islas Mauricio. Este creador que conoce bien los mercados de Centroeuropa y países nórdicos destaca de estos dos últimos su "mente y sensibilidad abiertas" a productos diferentes con un "ojo educado" que busca calidad. Los turbantes, tocados, sombreros o corsés de la pontevedresa Viviana Araújo también viajan al exterior. De México, destaca el gusto por las piezas exclusivas en fiesta y de Reino Unido, el deseo de tener un complemento "con mucho impacto". Tanto Armada, como González y Araújo forman parte del sector de la artesanía gallega que se ha lanzado a comerse el exterior ante los espacios en blanco del mercado local. Los tres, además, son finalistas en los primeros Premios Artesanía de Galicia.

"Es la primera vez que, en Galicia, hay unos premios a nivel artesanal. Había premios de música, de pintura... Nosotros permanecemos al mundo de la cultura y no teníamos un premio que nos avalara", se queja el artesano Luis González.

Los galardones están convocados por la Xunta y la Fundación Centro Galego de Artesanía e de Deseño. Ambos han ideado estas distinciones así como otras actuaciones del Plan de Artesanía de Galicia para despertar este segmento productivo de un sueño un tanto aletargado.

A pesar de las numerosas debilidades, el Plan destaca que la artesanía gallega -formada por 2.513 empresas con 5.100 trabajadores- presenta un alto nivel de internacionalización. Por cada cien empresas existentes, 21 venden sus productos en los mercados extranjeros y otras 16, a mayores, prevén hacerlo a corto o medio plazo.

Los artesanos ven diferencias entre el público autóctono y el foráneo. "Donde está la diferencia desgraciadamente -explica Luis, de Ardentia- es en el nivel cultural. En Centroeuropa y Escandinavia, tienen una cultura de ojo educado a diferenciar cualidades de un producto. Al ir con un producto hecho en España, tenemos que ajustar mucho los precios. El resultado es un precio tan distante de los productos de calidad de estos países que se generan dudas. '¿Cómo es tan barato?', nos preguntan. '¿Está hecho realmente en plata; está hecho en China?'".

Para el sector, la venta fuera de España supone un alivio en una época de dificultades. La crisis, en los últimos años llevó a algunos talleres a cerrar, mientras los otros se apretaron el cinturón para aguantar a través de las ventas vía internet y acudiendo a ferias internacionales.

Precisamente, a través de internet, Viviana Araújo vende a México, Francia, Gran Bretaña, Suiza, Rumanía, Estados Unidos, Colombia o Argentina. Por su parte, los principales mercados extranjeros para Marta Armada son Suiza y Francia, si bien también ha vendido en Australia y Finlandia.

Para Armada, además de las ventas, otra forma de que reconozcan su trabajo es -precisamente- llegar como finalista a los Premios Artesanía de Galicia. Lo ha logrado con la pieza "Sin lastre", un collar de 80 centímetros de largo elaborado con porcelana y cordón.

En su estudio en Vigo, rodeada de sus herramientas de trabajo y materiales, se sincera sobre la obra explicando que un elemento "fundamental de esta pieza es el sonido. Es una porcelana australiana muy blanca que, con el oro, tiene un efecto cálido. Cuando la acabé, al cogerla, el sonido era como el que escuchas en la orilla de la playa cuando el agua arrastra las piedrecillas".

La confección del collar se fue fraguando durante unos meses en los que, primero, investigó sobre formas hasta que finalmente éstas conformaron un collar. del que adora su "ligereza" y esa contraposición entre la frágil porcelana y tras pasar por el horno se vuelve muy dura, "como una piedra".

Para Armada, ser finalista en los Premios Artesanía de Galicia "significa que reconocen tu trabajo, te anima que lo vea la gente incluso que se confronte con otras obras", explica esta mujer que "no planea demasiado" y a la que le gusta "la soledad" del proceso artesano.

Para la pontevedresa Viviana Araújo, quien años atrás fue finalista al Premio Nacional de Artesanía del Ministerio de Cultura, optar al premio es "todo un reconocimiento al trabajo; siempre te anima, te da más difusión; además, la pieza lo merece".

La obra se titula "Lusco e fusco" y se presenta en forma de un corsé de seda y plumas, algunas tan pequeñas como un dedo meñique que, tras el buen hacer de esta mujer, parecen similar larguísimas.

Araújo es toda una experta en el empleo del plumaje, con el que empezó a experimentar en 1979 y que utilizó durante 18 años para 'vestir' al loro pontevedrés Ravachol que cada Carnaval congrega en la ciudad a miles de personas que lloran el final de la fiesta y el fallecimiento del animal.

En la actualidad, Viviana gerenta dos tiendas. En cuanto a las expectativas de futuro, responde: "Seguir trabajando". Sus palabras más cálidas las guarda para sus colecciones de turbantes para mujeres con cáncer, ideadas a raíz de que una sobrina, muy joven, contrajese un tumor maligno. Hoy en día, recibe encargos de todo el mundo. "A veces, te llaman los hijos de las señora a las once de la noche. Cuando se dan cuenta de la hora, me piden disculpas. A mí, no me parece mal, me parece gratificante", señala una mujer que, además, colecciona piezas antiguas de artesanía, algunas de los siglos XVIII y XIX.