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José María Castillo: "Lo que es de verdad extraño es que aún quede gente que quiera ir a las iglesias"

"Ir a misa y rezar tres Ave María tranquiliza la conciencia pero no modifica la conducta; así se entiende que haya personas tan religiosas y tan sinvergüenzas"

El teólogo José María Castillo. / Delia Padrón

José María Castillo Sánchez (Granada, 1929) es un sacerdote católico que fue párroco en un pueblo de Granada y luego perteneció a la Compañía de Jesús, que abandonó por discrepancias con la organización. Escritor y teólogo de la corriente de pensamiento denominada Teología de la Liberación, se licenció en Filosofía y Teología en la Universidad de Granada y logró el doctorado en Teología por la Universidad Gregoriana de Roma. En 1968 pasa a ser profesor en la Facultad de Teología de Granada. Pero en 1980 fue apartado de la enseñanza ordinaria. En 1988 se le retiró el venia docendi (autorización académica necesaria para impartir docencia en títulos oficiales) y fue destituido como profesor de la Facultad de Cartuja a causa de sus opiniones críticas sobre la Iglesia y el misterio de la Santísima Trinidad.

-¿Hacia donde va la Iglesia? ¿Tiene esperanza de que el papa Francisco logre cambiarle el rumbo?

-No solamente estoy esperanzado sino convencido de que es la única salida que tiene la Iglesia. El problema de fondo que tiene la Iglesia no es que la práctica religiosa haya disminuido, que hayan disminuido las vocaciones sacerdotales y de religiosas o que se la cuestione cada vez con más virulencia desde ciertos sectores de la sociedad. Todo esto es cierto, como también lo son los escándalos que se han dado con sacerdotes e incluso obispos en relación al delito de abuso de menores. Siendo todas estas cuestiones muy reales, y algunas muy graves, son indicadores de algo más de fondo, que es que el centro determinante de la vida de la Iglesia ya no es el evangelio. Por lo menos en grandes sectores lo que hay es un sistema religioso acomodaticio, que se adapta muy bien al sistema económico y político vigente. Cuando esto sucede desaparece la credibilidad de la Iglesia ante la sociedad.

-Diferencia en su obra la humanidad que planteaba Jesús de la religiosidad que impone el clero.

-La diferencia está en que para la religión lo importante son sus verdades dogmáticas y sus rituales. El evangelio, en cambio, es una ética, una forma de conducta. Es un proyecto de vida. Y, por tanto, empieza cuando un grupo de personas integran en su vida las convicciones que tenía Jesús. Él no practicó ni inculcó ningún ritual. Es más, Jesús fue un hombre profundamente religioso que oraba mucho pero para eso no se iba al templo; se iba a la soledad del campo. Yo invitó a leer o releer los evangelios. Verán cómo casi en cada página aparecen tres preocupaciones fundamentales, que son los tres pilares de la ética de Jesús. La primera era la salud. En los evangelios hay muchos relatos de curaciones. La segunda gran cuestión es la comida. Los evangelios están repletos de referencias a la comida hasta en la última cena. Incluso después de resucitado, Jesús sigue comiendo. La tercera preocupación son las relaciones humanas. Teniendo en cuenta que la salud, la alimentación y las relaciones son lo fundamental, la relación con Dios cambia totalmente porque se desplaza del templo, de lo sagrado, de lo ritual a lo humano. Por eso, la Iglesia tiene que ser una institución con una ocupación laica, que es mejorar la condición humana.

-Esto choca de frente con las trabas que pone la Iglesia a la ciencia en cuestiones, por ejemplo, como las células madre.

-Si el tratamiento con células madre va a ayudar a la salud de las personas hay que seguir adelante. Es evidente. Toda esa teoría que plantean ciertos eruditos que no tienen otra cosa en que pensar no puede impedir que los científicos mejoren la condición humana.

-¿La gente sigue aparentando con la religión?

-Por supuesto. Tenga en cuenta que los rituales religiosos cumplen una función que a la gente le viene muy bien. Y es que tranquilizan la conciencia. Uno que ha ido a misa y que reza tres Ave María antes de acostarse o que lleva el escapulario o la medalla de una imagen santa tranquiliza su conciencia pero no modifica su conducta, que es lo que importa. Por eso se comprende que haya gente que es tan religiosa y tan sinvergüenza. Por eso hay grupos, que todos conocemos, que son uña y carne con los obispos, con los templos, las cofradías, las peregrinaciones pero, al mismo tiempo, te enteras de que defraudan a Hacienda, tienen negocios turbios. Lo que es de verdad extraño es que aún quede gente que quiera ir a las iglesias.

-¿Por qué la institución que patrocina la familia impide a su miembros formar una? ¿No le parece que el celibato ya no tiene ningún sentido?

-El celibato no ha tenido sentido nunca. Jesús no se impuso ningún celibato. Esto fue algo que se introdujo a través de un concilio que impuso no ya el celibato, sino algo más absurdo, que es la continencia en los clérigos. Podían estar casados pero no podían estar con sus esposas. ¿En virtud de qué argumento se puede mandar algo tan estrambótico y contradictorio? El celibato tiene que desaparecer cuanto antes.

-Sus críticos dicen que usted no es católico pero que tiene razón en lo que dice.

-La vida me ha dado muchos palos y he sufrido censuras muy fuertes. La Iglesia me quitó la cátedra de Teología. Me prohibieron enseñar en las facultades eclesiásticas, sin haberme explicado nunca por qué lo hicieron. Y, sin embargo, yo amo profundamente a la Iglesia porque ha sido la que ha mantenido viva la memoria de Jesús. Por eso lucho para esto recupere sus orígenes.

-¿Cree que con el papa Francisco ese retorno será posible?

-Sí, ya ha empezado. Por eso el Papa tiene tantos enemigos dentro de la propia Iglesia. Muchos de los que no lo tragan están en el Vaticano. Ellos quieren seguir como hasta ahora, disfrutando de todo los privilegios, honores, títulos, beneficios y de todos los trapos colorados que se ponen.

-Usted ha dicho que el epicentro del catolicismo está en Europa pero ¿viendo los horas bajas que vive en España, por ejemplo, no cree que América es ahora el nuevo centro?

-Desde la Ilustración, el continente europeo está en un proceso de secularización que con la Modernidad se ha acelerado y que cada día va más rápido. Y yo me alegro de que eso suceda porque se está imponiendo lo laico sobre lo religioso. Y como Jesús fue laico y dijo que el templo era una cueva de bandidos y a los sumos sacerdotes les dijo que eran unos asesinos, bendito sea Dios si eso se acaba y recuperamos el respeto a las personas y comenzamos a exigir más igualdad para todos, más derechos para todos.

-¿Cómo ha pasado la religión de ser el opio de los pueblos a la justificación que impulsa a los terroristas extremistas a matar, torturar y secuestrar?

-Este es el peligro de la religión. Pero no es de ahora. Recuerde lo que pasaba cuando esta en funcionamiento la Inquisición, que quemaban viva a la gente.

-¿Cómo se puede frenar esto?

-Desentrañando las contradicciones de las religiones y reeducando a la gente en otra forma de acercarse a Dios. Siempre tropezamos con los mismo: rituales y verdades absolutas en cada religión.

-Incluso la promesa de vida eterna se ha convertido en una buena excusa para inmolarse.

-Que no me vengan a mí con vidas eternas para alguien que muere matando. Por eso no se entiende que la Iglesia excomulgue por el aborto y no a los jefes de estado de los países que amparan la pena de muerte, la tortura o a quienes crean unas condiciones económicas que hacen que cada día mueran de hambre miles de niños.

-Usted también ha denunciado el silencio cómplice que ha mantenido la Iglesia en momentos cruciales de la historia.

-El silencio que ha mantenido en España durante estos años de crisis clama al cielo. Lo que está pasando en la valla de Melilla y de Ceuta, la desigualdad de derechos que hay con los inmigrantes, lo que están haciendo con las pensiones de los trabajadores, con la sanidad pública... Todo esto clama al cielo. Después resulta que son todos muy amigos de los obispos y resulta que se meten con el aborto por la doctrina de la Iglesia. Pero antes está la doctrina del evangelio.

-¿Qué pasará si la Iglesia no cambia?

-Que seguirá ahí mucha gente que no debería estar. Una persona cuya apetencia central es el dinero es lo más opuesto al evangelio. Lo natural es que se vayan. Que se queden los que quieran que haya dignidad y derechos para todos. Por eso las iglesias están vacías y el Papa Francisco viaja a Filipinas y congrega a seis millones de personas.

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