Aunque las Rías Baixas fueron el observatorio privilegiado de este eclipse parcial de sol, toda Galicia, que disfrutaba de una jornada festiva, se animó a salir a la calle para ver cómo la Luna eclipsó el Sol y las principales plazas y arenales se llenaron de curiosos y aficionados a esta ciencia.

En Santiago, decenas de personas acudieron a los jardines del observatorio Ramón María Aller y a la céntrica plaza del Obradoiro provistos de escudos de soldadura y otros equipamientos especiales, así como fotógrafos y amantes de la astronomía. El astrónomo gallego José Ángel Docobo, director del observatorio, recordó que los eclipses de Sol "son visibles en zonas muy limitadas" y comentó que en esta ocasión fue visible desde el continente europeo, algo no siempre común. Apuntó también que durante el eclipse la estación meteorológica cercana registró un descenso de temperatura de 2,5 grados centígrados, e indicó que, si hubiera sido completa, la bajada hubiera sido todavía superior.

Docobo consideró que los eclipses suelen atraer a muchas personas a interesarse por la astronomía, "una ciencia muy amigable para la población" que ha conseguido calcular con exactitud y anticipar el momento en que se producen muchos fenómenos.

En otras zonas de España, las malas condiciones meteorológicas empañaron la jornada. Las nubes grises cargadas de fina lluvia y una densa neblina impidieron observar el eclipse en Bilbao, mientras que en Madrid, la densa nubosidad actuó como un filtro enorme, lo mismo que ocurrió en Reino Unido, entre otros. En Alemania fueron también muchas las personas que se sumaron a la observación del cielo, aunque las nubes deslucieron el espectáculo en su extremo más septentrional.