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Boris Izaguirre: "Siempre escribo libros donde la mujer gana porque detecto muchas injusticias"

"Podemos no debe utilizar el 'chavismo', quien se asome a la realidad de Venezuela puede comprobar que es antagónica a la española"

Boris Izaguirre.

Boris Izaguirre vuelve a publicar una novela, "Un jardín al Norte". Esta vez el escritor, periodista y comunicador venezolano se ha dejado seducir por Rosalind Fox, una espía inglesa que, según Churchill, cambió el curso de la guerra. Ella se enamora del que fuera ministro de Asuntos Exteriores del primer Gobierno de Franco, Juan Luis Beigbeder, a quien tenía que investigar. Una relación tormentosa y complicada, ya que, además, los dos estaban casados. Izaguirre quiso ahondar en la verdadera historia de la protagonista de la novela, ya que en sus memorias "me pareció que ella intentaba maquillar ciertos asuntos importantes, que es dónde yo encontré mi novela", dice el autor.

-¿Por qué eligió a Rosalind Fox para su nueva novela?

-En realidad fue ella quien me eligió a mí. Yo me encontraba un poco desorientado y de pronto apareció Rosalind Fox. Ella fue una espía muy valiente, no tuvo miedo a ser una niña que se crió en una familia disfuncional en un país como la India y que entendió que su misión como espía era esencial, y aunque tuviese intereses que chocaban con su historia de amor con Beigbeder, ella tenía que espiar a su enamorado, por las relaciones del Gobierno franquista con la Alemania nazi. Cuando leí las memorias de Fox me percaté de que ella había maquillado muchas partes de su historia que prefería no contar, y es ahí donde nace esta novela. Elegir a Rosalind Fox garantizaba el éxito del libro.

-¿Al final la batalla por ese amor es la guerra más dura en la que se ve inmersa Rosalind?

-Es la mejor de todas sus batallas y en la que verdaderamente cree que merece la pena luchar. En las otras surgen dudas, pero en el amor, no. En realidad aunque esta historia ha ocurrido hace cien años el tema es muy contemporáneo, porque es un amor lleno de obstáculos que hay que vencer. Rosalind ha sido madre, la han repudiado, y de repente se encuentra con el verdadero amor, pero claro su historia es considerada adulterio, que por aquel entonces era un delito penado. Aunque parezca que las cosas han cambiado, lo cierto es que el adulterio sigue siendo castigado por la sociedad actual, entre las parejas, y es interesantísimo explorarlo.

-Rosalind era una mujer obsesionada por las apariencias.

-Es una cuestión práctica, una espía es una persona que pone su vida en peligro constantemente, y por eso ella encuentra en la apariencia un instrumento para protegerse. Pero no es una armadura que se pone para no sufrir en el amor, eso es lo que hacemos muchos de nosotros, que preferimos no enamorarnos por el miedo al fracaso. Nos perdemos la vida porque estamos totalmente condicionados; la disciplina, la rutina? Me da la impresión de que en la sociedad actual tenemos que ser felices veinticuatro horas al día, y eso es imposible, más cuando el fracaso es mucho más real que el éxito. Hay personas que tienen una capacidad de riesgo enorme y eso es admirable. Esta novela es precisamente la historia de una mujer valiente, que tiene que arriesgarse y decide hacerlo a pesar de tener muchas cosas en contra.

-Dicen los psicólogos que cada uno tenemos un jardín que debemos regar todos los días. Rosalind tenía el suyo. ¿Cuáles son las flores del suyo?

-Rosalind habla de los almendros, de los naranjos y los limoneros. Ella tiene el jardín al norte de África y me gusta mucho esa idea, porque son árboles frutales que tienen ese don de dar vida. Me gustaría tener un jardín como el de Rosalind, pero me conformo con cuidar la planta de aguacate de mi mamá.

-Ahora vive en Miami, ¿echa de menos España?

-No vivo en Miami, me ha salido una oportunidad de trabajo en una de las cadenas más importantes de allí, y en realidad sé que de no ser por los trabajos televisivos que hice en España me hubiera sido imposible conseguir el visado de trabajo en Estados Unidos. Allí aprecian muchísimo la producción televisiva de aquí, más que nosotros. Vivo entre Miami y España, y tengo que decir que sufro de forma devastadora el "jet lag" de los aviones. Parece una tontería y suena como de algo de gente privilegiada, pero es una cosa brutal y es complicado. De todas formas yo pienso que no he dejado de ser español, igual que no dejo de ser de Caracas. Suena un poco a tópico, pero es cierto eso que dicen los cantantes de que echas de menos la tortilla de patata y el jamón. Para nosotros la comida es una cultura, es cierto que te puedes ir a América y comer algo rápidamente y te alimenta igual, pero nosotros lo vivimos de otra manera.

-¿Somos unos clasistas con la tele, creemos que es jugar en segunda?

-Aquí se aprecia menos la televisión, pero yo me veo como un sirviente que utiliza todos los medios necesarios. Yo he trabajado en telenovelas, y luego llegó "Crónicas Marcianas" y otros programas de televisión. La televisión tiene mucho espacio para la creación, y en la etapa que yo estaba en "Crónicas" también tenía mucha loquera propia de los 30 años. Luego llegó mi salida del armario. Una persona no puede estar separando continuamente. Yo siempre he querido divertir y dar una dosis de ironía a todo lo que hago, y abarco todos los púlpitos. Todo es información, no hay más inteligencia en un medio que en otro.

-Volviendo a Rosalind, ¿no tiene la sensación de que su novela, a excepción de las guerras, bien podría ambientarse en la sociedad actual?

-Lamentablemente, sí. Hemos avanzado en muchas cosas, pero en otras seguimos igual que hace cien años. Ahora empieza la moda ésta de decir que el cuerpo masculino es más que el femenino. ¡Por favor! Yo prefiero tener una mente femenina que una masculina, creo que es una de las cosas más importantes de mí. Ayer estaba en un coche lleno de mujeres, íbamos todos hacinados, y ellas tienen esa habilidad única de hacer mil cosas al mismo tiempo y es triste que nada de esto se reconozca. Es cierto que en la historia de Rosalind pueden sentirse identificadas incluso chicas de hoy de 25 años, es algo que por una parte me hace sentir mal, por el hecho de que poco hemos avanzado en este tiempo, pero por otra me reconforta. Si con este libro soy capaz de que muchas mujeres, como Fox, sean capaces de romper esas fronteras de un sistema horroroso y machista donde mantenemos esa fascinación ridícula por el fútbol, que es uno de esos pilares que parece infranqueable, estoy satisfecho. ¡Métete a hablar de fútbol! Es algo que no puedes hacer. Por eso yo siempre escribo libros donde las mujeres ganan, porque he detectado demasiadas injusticias.

-¿Quién ha sido su Rosalind Fox del año 2014 en España, el más valiente, el intrépido?

-Sin duda el juez Ruz. Ese hombre delgaducho, con ese aspecto de estudiante del que nunca te haces amigo en el colegio porque tiene cara de empollón, y que es un tipo que está emplazando al poder a que sea responsable.

-¿Si gana Podemos España acabará siendo Venezuela?

-Es muy difícil porque son países que para nada son iguales. Se nos olvida que un país de doscientos años de historia no puede comportarse nunca como uno de dos mil. El surgimiento de Podemos es sin duda una prueba de madurez democrática, es buenísimo que esto ocurra, y es la única manera que existe para mostrar decepción con todos aquellos que nos han engañado y utilizado. De todas formas creo que Podemos no debe utilizar la palabra "chavismo", es un error que lo haga. Al igual que el PSOE en 1982 dejó de utilizar el marxismo porque lo que quería era demostrar que era otra cosa. Es evidente que cualquier persona que se asome a la realidad de Venezuela y vea la inflación, los índices de desempleo y la inseguridad del país puede comprobar que estamos hablando de una realidad completamente antagónica a la de España.

-¿Cómo escribe?

-Lo que es seguro es que me levanto, me ducho y me afeito. Y entonces me siento a escribir. Me lo tomo como ir a una oficina, establezco una rutina y además siempre te conviertes en un esclavo de las entregas. La verdad es que muchas veces, supongo que por mi carácter, los editores creen que no voy a llegar a tiempo, pero cuando me establecen una fecha siempre cumplo.

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