Los mil ríos de Galicia, o los diez mil, de hacerle caso a Cunqueiro, desembocarán desde este viernes en el Gaiás, donde el Museo dedica su tercera gran exposición, tras "Gallaecia Petrea" y "Orinoco", al agua. "Auga doce. Cando a auga é arte" es una muestra facturada en casa, por la Fundación Cidade da Cultura, y su directora de Acción Cultural, María Pereira, donde, además de 700 piezas -por primera vez pintura-, no faltarán catas de agua o un convenio con Balnearios de Galicia que deparará, promete, "sorpresas".

-Primero fue la piedra. ¿Por qué ahora el agua? ¿Dónde reside su atractivo para el público?

-Nuestra situación geográfica hace que llueva y la configuración morfológica de las rocas nos permite tener aguas mineromedicinales y riqueza termal. El agua es un elemento universal presente en nuestra vida cotidiana y pretendemos rendirle un homenaje a través de los artistas. El atractivo fundamental de esta exposición reside en que es hermosa porque hay paisajes asombrosos, representaciones del agua que gustarán, igual que otras que invitan a pensar. Creo que el visitante encontrará algo que le guste y con lo que disfrute. Porque al final es importantísimo reivindicar el placer estético y disfrutar con él y es algo que tenemos que fomentar.

-¿Incluso los más pequeños?

-Siempre es fundamental la parte didáctica, con líneas adaptadas a los diferentes niveles educativos, hasta el Bachillerato, que está patrocinada por la Obra Social de La Caixa, a la que interesó mucho la temática y el diseño de la muestra. Ya hay más de mil chicos anotados. El aspecto lúdico es fundamental y no hay mejor modo de aprender que cantando y jugando. Además nos va a acompañar, con los más pequeños, una mascota, Xiada, una gota de agua que puede ser líquida, sólida o gaseosa.

-Además de disfrutar, ¿qué pueden aprender?

-En el caso de los más pequeños, el ciclo del agua o sus sonidos: cómo suena un río, un regato, las tormentas, la lluvia... Con "La senda del agua" proponemos una aventura interactiva en la que cada escolar puede escoger un destino al que se llega a través del agua. Ahí se aprovecha para incidir en temas ecológicos, antropológicos o nuestro patrimonio natural, porque el agua determina la configuración de nuestro paisaje, con lagunas, cataratas y rías, algo muy nuestro. También tenemos una parte muy vinculada a la geografía, como conocer las culturas de un continente a partir de sus grandes ríos. En Secundaria introducimos un taller de educación musical y otro artístico porque el agua es uno de los elementos más difíciles de representar en el arte, uno de los grandes retos que afrontar los artistas, tanto los clásicos como los actuales. Depende de los centros escoger un itinerario más científico, más artístico o más ambiental. En ese último aspecto, tenemos que tener conciencia de que es un recurso limitado y ser responsables cuando lo consumimos.

-Con la parte didáctica, ¿no interesa crear un público?

-Es importantísimo ese aspecto de formación de públicos. Suele ser fundamental la primera vez y el crear hábitos para que en sus momentos de ocio los jóvenes puedan contemplar la idea de ir ver una exposición o un concierto. Por eso es un grandísimo reto que los chicos se diviertan y, si pueden aprender, estupendo.

-¿Y para las familias?

-Habrá visitas guiadas y actividades que iremos desvelando.

-Con "Orinoco" los niños, y mayores, descubrían un mundo diferente. ¿Y en esta ocasión?

-En "Orinoco" era importante el aspecto didáctico de acercarnos a una cultura diferente para aprender a aceptarlo y entenderlo. En esta hay piezas inuits, africanas, precolombinas o australianas. La exposición permite viajar, a través del tiempo y del espacio, a otros países y culturas apartadas de nosotros y comprobar que el medio natural marca mucho. Se ve en los pintores austríacos, donde la nieve es una presencia permanente.