"El interés por el patrimonio en España es mínimo", dijo ayer el dibujante y escultor Miguel Sobrino (Madrid, 1967), aunque el público del Club FARO parecía desmentirle: llenó el Auditorio do Areal, en Vigo, para verle hablar sobre "Riberas sacras, monasterios y paisaje en Galicia". El autor de "Catedrales", que va por su sexta edición, recordó que "los monasterios y la naturaleza han estado unidos desde el principio". Su perfecta integración en el entorno demuestra, para este experto, que "podemos asentarnos sobre la tierra sin violentarla".

Sobrino, profesor de la Escuela de Arquitectura de Madrid, ha publicado "Monasterios" (La Esfera de los Libros), un libro con más de 500 ilustraciones inéditas de su autoría y que, como dijo el presentador del acto, el pintor Antón Pulido, puede vender más que el de "Catedrales", dado que los monasterios "tienen más misterio" que aquellas.

La tarea de seleccionar los monasterios para su obra fue especialmente ardua: hay 70 catedrales en España y debía seleccionar un tercio para su anterior libro, pero en el Plan Nacional de Monasterios hay nada menos que 500 cenobios. "Samos, El Escorial, Guadalupe, Poblet... son los de siempre -explicó-. Centrarme en ellos hubiera sido como hablar del paisaje destacando solo los picos más altos. Y, hablando de paisaje, los monasterios suelen estar en paisajes hermosos". Los monasterios son lugares de soledad, para alejarse del mundanal ruido. "Monje viene de 'mono', significa 'solitario' -recordó el experto-. Un monasterio es una reunión de solitarios".

Eremitas

Los eremitas existen desde los primeros siglos del cristianismo, y hay varios eremitorios rupestres excavados en la piedra en Palencia y en Burgos. Miguel Sobrino habló del único eremitorio rupestre de Galicia, el de San Pedro de Rocas, situado en la localidad ourensana de Esgos. Está documenado desde el siglo VI y seguramente existe desde el IV. "Está excavado en granito, lo cual es excepcional -subrayó-, porque los eremitas solían elegir rocas de arenisca o de caliza, mucho más blandas que el granito". De esta antiquísima construcción destacó elementos como la espadaña, elevada sobre una roca natural, y las tumbas horadadas en su suelo.

Dando un salto en el tiempo, pasó al monasterio de Santo Estevo de Ribas de Sil, en Nogueira de Ramuín, Ourense. "Tiene una forma de implantarse en el territorio que hemos olvidado -lamentó-. Ahora no seríamos capaces de levantar una mole en la Ribeira Sacra y que no quede mal". En su escudo figuran nueve mitras de otros tantos obispos que se retiraron al monasterio, lo que "indica la pugna entre el poder monacal y el catedralicio", apuntó. Más adelante señaló que las torres de la Catedral de Santiago se imponen "como las velas de un navío sobre un mar embravecido" sobre los edificios monásticos de su entorno que amenazaban la primacía catedralicia.

Citó también el monasterio de Caaveiro, establecido en el año 934 en el frondoso bosque de las Fragas del Eume (A Coruña), como un ejemplo de "sacralización del paisaje" que no trastoca el entorno donde se asienta.

Dedicó un apartado especial, por la excepcionalidad de su ubicación, al Monasterio de Oia. Explicó que los monasterios cistercienses solían construirse junto a ríos de pequeño caudal, no peligrosos, con dos excepciones: el Monasterio de Rueda, en Zaragoza, junto al Ebro, y el de Oia, al borde de un mar que antiguamente se consideraba inhóspito y amenazante. Contó que los monjes de Oia "tuvieron que convertirse en artilleros para repeler una incursión pirata a cañonazos" y que estuvieron en el origen de la tradición de la rapa das bestas, de la misma forma que los monjes cartujos crearon la apreciada raza cartujana.

Ya en el coloquio, preguntado por el patrimonio arquitectónico amenazado, dijo que "el hecho de que esté en manos privadas no es nada malo, tiene que tener un buen uso, estar cuidado y que se permita su visita de forma razonable". Como buen ejemplo de conservación citó el Monasterio de San Salvador, en Celanova (Ourense), que ahora sirve como ayuntamiento e instituto.

Del escaso interés por el patrimonio que hay en España apuntó como muestra el Bosque de Béjar (Salamanca), una finca renacentista que estuvo a punto de llevarse por delante un proyecto municipal. "Mientras no haya una reivindicación social de ese patrimonio, no haremos nada -advirtió Miguel Sobrino-. Haría falta un Félix Rodríguez de la Fuente del patrimonio".