El Altstaedt más vital
Arrancar un concierto con Haydn y Richard Strauss tiene algo de mano ganadora si se interpreta con el gusto y buen hacer de la Filharmonía. Son dos clásicos en cuya obra tenemos un modelo de cómo conjugar clasicismo y modernidad, lo que impregna a la Sinfonía núm. 22 en Mi bemol mayor "El Filósofo" del primero, y a la Romanza en Fa mayor del muniqués, de esa cualidad agradablemente melódica que tiene la música más agradecida. Lejos las turbulencias de otros programas, o, sin ir más lejos, de la segunda parte del presente, con Aulis Sallinen y Gurtav Mahler. De Mahler podremos reconocer su tórrido universo (adaptado por Joam Trillo para la ocasión), de Sallinen podemos entender que sus juegos musicales eclecticistas son platos menos ligeros que la primera parte.
La presencia del chelista Nicolas Altstaedt era el plato fuerte, con su aportación a la obra de Strauss y a la Música de Cámara 3, op. 58 para violonchelo y cuerdas "Danzas nocturnas de Don Juanquixote" (Sallinen). Este violonchelista franco alemán, a sus 30 años, ya ha tocado con las orquestas más renombradas y es reconocido por su repertorio ecléctico, donde une clasicismo y nuevos nombres de la clásica contemporánea. Como intérprete, además, demostróun temperamento propio, de ejecución muy segura. Vital y osado, destacó más en los nuevos tiempos (Sallinen) que en la pieza de Strauss, Notable muy alto.
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