De ella no se guardan recuerdos. Ni un retrato siquiera, tan solo un oscuro rastro. Pero su nombre quedó impreso en letras de molde por un terrible suceso. Joaquina Mosquera Ribera, abuela paterna de Emilia Pardo Bazán, murió degollada por su segundo marido, Juan Rey Perfumo. Un claro caso de violencia machista en pleno siglo XIX. Le asestó varios navajazos y horas después se pegó un tiro. El suceso, ocurrido en Betanzos, en 1848, fue publicado por la prensa de Madrid, pero sin hacer escándalo. Ni en la Villa y Corte ni en A Coruña, la ciudad de la que procedían ambos, tuvo mayor repercusión.

El secreto mejor guardado de la familia de la autora de Los pazos de Ulloa se rompió cuando Ricardo Axeitos se topó con la noticia periodística y la dio a conocer a sus colegas del grupo de investigación de La Tribuna, la revista de estudios de la Casa-Museo Emilia Pardo Bazán. Al comentarla, al historiador Xosé Ramón Barreiro le vino a la memoria una documento que había adquirido a un librero de viejo en Santiago de Compostela, una carta de Juan Rey Perfumo a su mujer, escrita antes de asesinarla.

Los miembros del equipo, del que también forman parte Patricia Carballal y Jacobo Manuel Caridad, se pusieron a rebuscar en los archivos de A Coruña y Betanzos hasta dar con la pista para esclarecer un hecho del que no quedó huella en el archivo familiar ni en las biografías de la condesa escritora.

Joaquina Mosquera procedía de una refinada familia coruñesa. Era la segunda de las tres hijas de Gonzalo Mosquera y de Joaquina Ribera. Él, un conspicuo liberal que se granjeó la cárcel y la inhabilitación en el absolutismo. Ella, con inquietudes literarias, ejercía de introductora de intelectuales y de los altos oficiales que llegaban a la ciudad a causa de la Guerra de la Independencia. Su casa de la calle Tabernas se convirtió en centro de reunión de republicanos y de gentes cultivadas, de lo cual quedó constancia incluso en las crónicas de los viajeros británicos de la época. Así, Lord Henry Crabb Robinson, corresponsal de The Times, escribe: "La primera casa a la que entré [en A Coruña] fue la del barón Mosquera". De madame Mosquera dirá que era "bondadosa", aunque "prominentemente boba".

Joaquina Mosquera, la abuela de doña Emilia, casó en 1821 con Miguel Pardo Bazán, de probada hidalguía, también liberal, miembro de la Sociedad Patriótica coruñesa y diputado en Cortes por Pontevedra, donde tenía tierras y hacienda, y que fallecería en 1839 dejándola viuda a los 34 años y con un hijo de 12, José Pardo Bazán, heredero de sus bienes y rentas, que su madre se encargaría de administrar.

Pasado el tiempo y libre de lutos, Joaquina conoció a Juan Rey Perfume, un militar de poca monta que llegó a participar en la primera guerra carlista. Tras iniciar relaciones, Joaquina se quedó embarazada y en enero de 1847 dio a luz a una niña, Adelaida Rey Mosquera, pese a lo cual rechazó contraer matrimonio.

Accedió a casarse, al fin, meses después, con Juan Rey, nacido en Caldas de Reis en 1815, de familia de comerciantes. Quizá los presentase un tío suyo, Andrés Perfumo, que era albacea de Joaquina, además de apoderado de su madre.

Las desavenencias y gritos entre Joaquina y Juan fueron en aumento tras casarse. Él llegó al punto de tener la convicción de que Joaquina iba a separarse y de que había urdido contra él una "conspiración infernal".

El 4 de mayo de 1848, en la casa número 5 de la Porta da Cidade, de Betanzos, a las 14.30 h, la abuela de la gran escritora naturalista moría degollada con una navaja barbera por su segundo marido, quien, horas más tarde y tras dejar una larga carta, se suicidaba. Ambos yacen juntos en el cementerio municipal de Betanzos, a donde había ido a vivir la pareja, huyendo de los dimes y diretes coruñeses.

No le faltaba razón a Juan Rey. Joaquina había tramado un complot, en el que estaban su cuñado José María Bermúdez de Castro [casado con su hermana María del Carmen], alcalde de A Coruña y tutor de su hijo, y Luis María Guegué, administrador de los Pardo Bazán.

Detrás se escondía el afán de Joaquina por preservar las rentas de su primer marido, puesto que Juan Rey solo contaba con el exiguo sueldo de militar. De ahí su negativa a casarse con él, ya que perdería la administración de esas rentas, una millonada para la época y casi su única fuente de ingresos.

Joaquina pretendía crear un patrimonio propio para su hija Adelaida detrayendo parte de la riqueza proindivisa de su madre, una transgresión en toda regla del estatuto de sangre que regulaba las relaciones entre la hidalguía y que explica el enfrentamiento de sus hermanas y de sus cuñados, que veían con malos ojos ese proceder y aquel matrimonio. Por eso, al ver fracasar sus planes, Joaquina optó por casarse con Juan Rey, diciendo adiós al agradable tren de vida de que disfrutaba y a la herencia familiar.

Tras la violenta muerte de Joaquina, su hijo, José Pardo Bazán, heredó los vínculos y mayorazgos._Fue un hombre progresista, culto y comprometido con Galicia que desde su escaño en las Cortes defendió también los intereses de la Iglesia y el Papa lo recompensó con el título de conde de Pardo Bazán, legalizado más tarde el rey Amadeo. Casó en 1850 con Amalia Rúa Figueroa en A Coruña y un año después nació su única hija, Emilia.

La tragedia no afectó a Emilia, puesto que no había nacido aún, pero corresponde a los estudiosos de su obra dirimir si en la beligerancia de la escritora ante la violencia, incluso la doméstica; las disputas matrimoniales o los odios por herencias está este episodio familiar.