Es concello de referencia en el mundo ecuestre y en el campo gastronómico -cuenta con una cofradía del sarrabulho-, mantiene un casco antiguo hermosamente conservado y un imponente puente de quince arcos y más de trescientos metros que cruza el río Lima convertido en su seña de identidad. Surcada de historia, la villa más antigua de Portugal añade otro atractivo a los muchos que despliega, proporcionar un viaje a la infancia a través de su Museu do Brinquedo -Museo del Juguete-, un lugar de evocación con objetos que supieron despertar la fantasía de varias generaciones.

La propia ubicación del centro -situado en la Casa do Arnado, en el Largo da Alegria- predispone al visitante para lo que está a punto de ver. Este museo vivo para personas de todas las edades está rodeado del Parque do Arnado, una explosión botánica de verdor y colorido en la que es una de las mayores apuestas ambientales de esta población verde y ajardinada. Dentro es posible revivir los recuerdos de los primeros años a través de una cuidada colección de más de dos mil piezas que presenta por orden cronológico la fabricación del juguete portugués desde finales del siglo XIX hasta 1986, año de adhesión a la Unión Europea.

Coches en miniatura, trenes, muñecas de cartón, soldaditos de plomo, barcos, triciclos, cubos de playa en madera y muchos más dan testimonio no solo de muchas vidas, también de las transformaciones sociales -y técnicas- experimentadas con los tiempos. Más de diez mil visitantes desde su apertura en el mes de junio atestiguan el interés que suscita el Museu do Brinquedo Português de Ponte de Lima, que tiene patente hasta el 31 de octubre su primera exposición temporal, "A Aldeia dos Estrumpfes" dedicada a los pitufos con piezas de la colección de Vítor Macedo.

Este nuevo espacio museístico es uno de los puntos de interés de una villa que conserva una romántica Avenida dos Plátanos, además de monumentos como el dedicado a la fundadora, la reina Teresa, cuya imagen se alza en la Praça da República, o la Torre da Cadeia, que es la única que permanece en pie del antiguo fortín medieval. A cuatro kilómetros, el Espacio Protegido de las Lagoas de Bertiandos e São Pedro también merece una visita.