"Negar un duelo tras una separación es un mal negocio. Sale mucho más a cuenta reconocerlo, aceptar la pena, sufrirla, llorarla lo que haga falta para poder dejarla definitivamente en el trastero.", decía ayer en el Club FARO la psicoanalista Mariela Michelena.

¿Por qué cuesta tanto olvidar? Ese fue el título de su charla, presentada por la psicóloga Pilar Álvarez Ilarri, y en ella la psicoanalista volcó sus ideas sobre esa etapa que se abre tras la separación de una pareja. "Muchas mujeres –dijo– cuando terminan una relación se sienten incapaces de desprenderse, de olvidar. Una separación necesariamente supone un duelo pero antes hay mujeres que esperan y esperan y el reloj biológico se les pasa entregando su vida a algo sin futuro".

Michelena, que publicó "Me cuesta tanto olvidarte" en La Esfera de los Libros, contó que en su tierra natal, Venezuela (lleva 30 años en España) llaman "barranco" a esa etapa que se sufre tras un amor, "ese enfrentarse al vacío, ese momento de desesperación que sigue a un desengaño lleno de angustia, tristeza, rabia y desconsuelo. "Los duelos, matizó, "son esos barrancos que nos sorprenden en el camino de la vida y que tendremos que atravesar en todos sus escalones para continuar el recorrido. Negarnos a hacerlo no nos salvará del barranco sino que nos detendrá en su orilla".

Miedo al vacío

¿Por qué cuesta tanto olvidar? Según la psicoanalista, "porque no solo perdemos a esa persona sino a parte de nosotros mismos. Toda una inversión de afectos, de compromiso, de futuro que se mutila. Y eso es perder una parte de nosotros y de una función que valorábamos en la vida. El amor que se nos va no solo nos arrebata su compañía y su calor, no se lleva únicamente a su persona, sino que también arrastra a parte de la nuestra porque un mendrugo de nosotros se va con él. Tenemos mucho miedo al vacío que puede generar la separación y, cuando nos separamos, muchas no hacemos el esfuerzo necesario para olvidar. Eso es normal pero el problema es que nos estanquemos demasiado tiempo y no pasemos a otra etapa".

Que separarse es difícil no es nada nuevo, dice, y siempre hallamos razones afectivas, económicas, familiares y hasta religiosas. "Todas son razones más o menos objetivas y tienen su cuota de verdad, aunque sean excusas, por las cuales una pareja decide no separarse. Pero son insuficientes cuando convivir se hace insostenible"

Contó Michelena que hay muchas formas de separarse que, en principio, podríamos reducir a dos. "Cuando es uno el que deja al otro –afirmó– tiene que pasar un calvario previo, tiene que hacer ese trabajo sucio en el que abundan las dudas y hasta puede llevar implícito cierto complejo de culpa. Cuando, en segundo lugar, uno es dejado, se ahorra ese trabajo pero sufre también y queda perplejo".

Con cierto sentido del humor la psicoanalista habló de otras dos maneras de separarse a las que ella había puesto nombre. "Una es –dijo– la del "olvídame tú que yo no puedo" y corresponde a esas personas que quieren terminar una relación pero no quieren hacer el trabajo sucio y sufrir la posible sensación de culpa por dar el paso. Pero hay una cuarta que yo llamo de los "evaporados". Son los que desaparecen de repente, quizás tras haber visto que no surtía efecto el "olvídame tú que yo no puedo". El caso es que ella llega a casa y ya no se lo encuentra, a lo mejor solo una nota escrita en un papel. Tiene su versión más moderna que yo califico "2.0", y es que se lo diga por Twitter".

Michelena habló de cinco fases del duelo que hay que pasar, como escalones en los que no debe atrincherarse. La negación, la rabia, el miedo (qué va a ser de mí), la pena y, en quinto lugar, la aceptación (esto es lo que hay y no voy a seguir llorando).

"Hay un tiempo prudencial para todo este proceso –afirmó–, ,en unos más y en otros menos, pero yo aconsejaría que si se pasa mucho del año se busque ayuda profesional. Puedo decir por mi experiencia, y lo digo para que sirva de ayuda, que la mayoría de las afectadas que conozco y se han separado tras sentirse malqueridas se preguntan porqué no lo han hecho antes y han perdido tiempo".

Incapaces de romper con una relación enfermiza

La psicoanalista explicó el proceso por el que se decidió a escribir este libro. "Tras publicar "Mujeres malqueridas" recibí –dijo– muchos correos de mujeres que me escribían para contarme sus historias y gran parte de ellas me solicitaba ayuda porque se sentían incapaces de romper con una relación enfermiza. Entonces, y también en mi consulta, descubrí las incontables formas que puede adoptar el sufrimiento y el mal amor y los extremos a los que se puede llegar con tal de mantener cerca a una pareja".

Siempre hay argumentos que retrasan la decisión y hoy en día los económicos al calor de la crisis son muchas veces insoslayables. "Sin embargo –dice ella– cuando el amor se ha ido y el respeto hace mucho que desapareció, cuando la convivencia es insostenible o cuando el engaño y el maltrato son la moneda de cambio entre dos personas, esas buenas razones resultan insuficientes para entender porqué se prolonga una situación tan infeliz".

Nadie es indispensable

Michelena, que piensa que nadie es indispensable pero no por ello podemos decir que todo sea sustituible porque siempre es "otro" el que llega, habló del cariz de aquellos correos que recibió tras ser "best seller" su anterior libro, "Mujeres malqueridas". "La mayoría de esas mujeres me hacía preguntas como ¿hay algo que pueda hacer para que siga conmigo?, ¿tendría que dejar de verlo?, ¿te parece que lo pueda cambiar? Pero de todas las cuestiones hay una que se repetía: "Vale, comprendo lo que dices en tu libro en todo su sentido pero ahora dime ¿dónde puedo aprender cómo dejar de llorar?".