De tímida y retraída tiene poco, aunque quizá lo disimula con un cierto aire de diva simpática y accesible. Una actriz como Charo López (Salamanca, 1943), que se reveló como un auténtico mito en la serie de televisión "Los gozos y las sombras" (1982), se puede permitir eso y más. Ahora recorre España con "Carcajada Salvaje", una obra teatral de humor ácido que interpreta con Javier Gurruchaga.

–Dice ser insegura, tímida y retraída. La verdad, no lo parece.

–Pasa a menudo en el mundo de la interpretación. Podemos ser tímidos pero lo superamos en público.

–La Ava Gardner española.

–La gente nos ve parecidas pero somos completamente diferentes. No tengo nada que ver con ella.

–¿Ser guapa tiene ventajas?

–Ser guapa es un privilegio, pero tener un físico intermedio y no ser ni muy guapa ni muy fea permite hacer papeles de mujeres normales. La calle no está llena de mujeres guapísimas, sino de gente normal. A veces pienso que me hubiera gustado ser más normalilla. Ahora, como ya soy muy mayor, puedo decirlo: he sido guapa. Muy guapa.

–Ya de jovencita, en Salamanca, la llamaban la Maizena.

–Por aquello de ´dos veces buena´. Yo me preparaba para ser una mujer progresista y emancipada y los hombres estaban todavía en ese nivel, incluso en la universidad.

–¿"Los gozos y las sombras" le cambió la vida?

–No solo me hizo famosa, que eso no es un mérito, sino que me proporcionó el éxito y, cuando llega el éxito, estás más allá de todo.

–La escena de la masturbación quedó para los anales.

–En Televisión Española seguía habiendo censura y dijeron que esa escena se hiciera en plano general para que pareciera que estaba enferma. ´Yo no sé hacer eso a cien metros´, dije, y se rodó en planos cortos y quedó maravillosamente. Fue una escena cumbre.

–¿Le gusta verse?

–Nada, salvo en esa serie, en la que me siento muy segura de lo que hice y perdí el miedo. Me gusta la Nati de "La Colmena"; mi personaje de "El secreto del corazón" y otras pero, en general, no me gusta verme.

–Torrente Ballester iba a menudo al rodaje de "Los gozos y las sombras", ¿cómo era con usted?

–Muy protector y muy simpático. Me daba pautas para actuar y luego el director me decía "has hecho eso distinto". "Ay, no me he dado cuenta", le respondía yo. Y Torrente me decía después: "Vente a cenar, que te cuento más cosas".

–Ha hecho muchos papeles dramáticos, pese a su vis cómica.

–En teatro, siempre que puedo, hago comedia. Y, en el cine, quizá por mi voz, por el físico o por ser morena los hombres siempre me han visto como un personaje dramático. He sufrido mucho porque el humor me entusiasma.

–¿Estuvo tentada a dejarlo?

–En un momento en el que, como ahora, escaseaba el trabajo. Tenía el título universitario reciente y me ofrecí para dar clases en un colegio. Me aceptaron y, por la tarde, me llamaron para decirme que los padres no querían a una actriz.

–Buñuel quería que fuese la Virgen en "La Vía Láctea".

–Buñuel quería una Virgen ligera de cascos y, cuando me vio, dijo "esta es mi Virgen". Se puso a rodar y rodar hasta que cortó: "¡Basta, para mí es la Virgen!". Pero luego recibí un telegrama que ponía: "El sindicato de actores francés no admite a una actriz extranjera que no tiene un nombre en la industria". Y ahí me vine abajo. Así que empecé mi vida con un gran fracaso.