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Las lágrimas de la crisis

¿Sutil maniobra política o franqueza real? Analistas discrepan sobre el llanto de Fornero

Las lágrimas de la crisis

La "humanidad" mediática de los políticos y sus flaquezas televisadas venden en esta sociedad de consumo kleenex. El último hilo del que tirar lo ha ofrecido la ministra italiana de Trabajo, Elsa Fornero, quebrándosele la voz a la tercera letra de la palabra "sacrificio" acompañada de unas lágrimas. Politólogos y analistas han opinado sobre este hito. Donde unos ven una pequeñita maniobra para desviar la atención del mensaje (los recortes sociales), otros ven franqueza y unos terceros identifican las lágrimas con la empatía con la clase obrera y pensionista, como queriendo decir: "Yo soy una de vosotros".

"En política –explica la periodista y escritora María Xosé Porteiro– está mal visto que el político muestre sus emociones". No obstante, ante la imagen de Fornero rota, una cuestión surge: ¿fueron o no lágrimas francas?

"Nunca se podrá saber", señala el profesor de la Facultade de Ciencias Sociais e da Comunicación de la Universidade de Vigo Alberto Pena. Este experto añade: "Las lágrimas son un valor que en política se está empezando a usar con frecuencia. Forman parte de uno de los pilares de la construcción retórica de la política, la elocuencia, que consiste en representar un papel y, en esa representación, hay una dramatización exagerando la emoción o amortiguándola".

Pena va más allá. "Los políticos no acostumbran a improvisar. Siempre tienen una estrategia. Un político no muestra sus emociones sin pensar en el sentido de la estrategia", añade. ¿Cuál es en este caso? La empatía con los sufridores. "Al llorar, expresa empatía, solidaridad, mostrando que forma parte de los ciudadanos sufridores de esas medidas", remata.

Recapitulemos. La ministra –una reputada tecnócrata y profesora universitaria de Economía– da una rueda de prensa para anunciar medidas de ajuste. Con calma, pronuncia: "Porque el sistema de pensiones es un mecanismo a largo plazo que conecta generaciones. Esto (y a partir de aquí empieza a tener una mirada perdida) es por lo que hemos tenido que, y nos ha costado psicológicamente (mueca de sonrisa forzada), tenemos que hacer un sacr...". Fin de la intervención verbal. Le sigue la mano cerrada en la boca, unas lágrimas frenadas, el tembleque de la mandíbula inferior y el dirigir la palma abierta hacia un interlocutor enfrente (y que nosotros no vemos) al que parece decir con el gesto que no es capaz de continuar.

Xulio Ríos, director del Instituto Galego de Análise e Documentación Internacional (Igadi), desconfía del momento. "Es díficil –explica este– saber qué está en la raíz de esta conducta, si es una escenificación intencionada o no. Lo que sí es evidente es que distrae la atención sobre lo esencial de la noticia, pasando a ser más comentada la anécdota que la propia información y su trascendencia. También parece impropio de una persona con ese nivel de responsabilidad. La primera preocupación de un político occidental hoy es lo que va a decir y cómo lo dice".

José Rúas, profesor de Técnicas de Comunicación Electoral en la Universidade de Vigo, resalta un detalle: "Su gesto final de tocarse sutil y suavemente con el dedo los párpados para secar las lágrimas que no salen, se observa como demasiado insistente y poco decidido".

Rúas añade que "la comunicación política tiene un componente dramático por el que actúan. Reciben asesoramiento por parte de actores para mejorar su puesta en escena y ahí el factor emocional resulta fundamental". No obstante, ofrece una duda: "Se observa una desconexión de su exposición como si estuviese pensando en una cosa distinta a la del objeto central de su exposición, lo que le provocó el lloro como descarga de tensión".

María Xosé Porteiro rompe una lanza en favor de la ministra. "Si se analiza toda su expresión no verbal, no parece que sea fingido. Hay un cambio de gestos, una emotividad que tampoco se puede interpretar como un signo de flaqueza sino que invita a pensar que la situación es más difícil de lo que pensamos", analiza Porteiro desde el corazón.

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