La fascinación que Lidia Rojo siente desde hace años por el aloe vera y el deseo de trabajar en un proyecto solidario han llevado a esta ingeniera agrícola viguesa hasta Cabo Verde para desarrollar un interesante programa que ayuda a mujeres mayores del rural a sacar adelante a sus familias.

Tras ser seleccionada en un riguroso concurso, la viguesa se convirtió en Consultora Internacional para ONU Mujeres en este país africano. Recién llegada de su primer viaje a la zona, donde ha estado 20 días, Rojo se encuentra impresionada por el valor de las trece mujeres con las que ha trabajado.

La ingeniera, de 44 años, tiene una larga experiencia en el campo de la elaboración de cosméticos artesanales ya que dirige en Vigo un aula medioambiental –Aloe Ingenieros– que ofrece cursos de aprovechamiento de recursos y autoabastecimiento (elaboración de jabones, perfumes, reciclaje...). En Galicia los imparte en asociaciones de vecinos, centros sociales o campamentos infantiles. Sus alumnas de Cabo Verde eran bien diferentes.

Se trata de mujeres sin escolaridad y de avanzada edad, entre 50 y 70 años, de la Ribeira Grande de la isla de Santiago en Cabo Verde. "Son luchadoras con un montón de hijos y nietos. Algunas, víctimas durante años de una violencia machista implacable", describe Rojo. El proyecto consiste en una formación profesional para la elaboración de jabones y cosméticos artesanales con base de aloe vera (planta endémica de las islas). "El objetivo principal del proyecto es conseguir que estas mujeres puedan gozar de autonomía tanto económica como personal y puedan subsistir dignamente", apunta la ingeniera.

"La sociedad caboverdiana esta formada en su mayoría por núcleos familiares monoparentales. Es decir, mujeres con varios hijos y nietos a su cargo. La falta de figura paterna, motivada por la propia estructura familiar característica del país y por la emigración, provoca que las mujeres asuman solas la subsistencia familiar", indica. "Además, la discriminación contra las mujeres es un hecho diario y, por desgracia, la violencia doméstica contra las mujeres continúa siendo un hecho común".

También se han incorporado al proyecto siete mujeres más jóvenes con algún tipo de estudio para que puedan dar continuidad al proyecto y exista un relevo generacional.

Desconfianza fue lo primero con lo que se encontró Lidia en Cabo Verde. "A estas mujeres les han engañado muchas veces", justifica. Para combartir su escepticismo, la consultora decidió cambiar su estrategia y comenzar el curso por la parte práctica. "En la primera clase hicimos ya un estupendo jabón de aloe y aceite de oliva; sus rostros se transformaron", dice.

Quizás vieron luz al final del túnel y creyeron que era real la posibilidad de tener un trabajo profesional que haga más llevaderas sus vidas.

Ya de vuelta en Vigo, Lidia corrobora esta sensación. "Hablo con ellas casi a diario y las ventas están yendo bien. Este es un proyecto con futuro", promete.