En la mañana de ayer falleció y por la tarde la sala del tanatorio de Pereiró en que se la velaba rebosaba de coronas y flores ante una multitud de amigos que acudieron a despedirla. A los pies del ataúd, una fotografía de ella como se la conoció siempre, radiante, sonriente y llena de vida. Ya se sabía de la enfermedad de la diseñadora María Mariño, y ayer se supo del fatal desenlace. A la una de la tarde de hoy se ofrecerá en su memoria una Misa en Pereiró, antes de proceder a su incineración.

Mujer emprendedora y luchadora, en 1985, en medio de la explosión de la moda gallega se vio nacer en Vigo una firma que, dentro del Grupo Mediatest, empezó a descollar al poco tiempo con una imagen de marca que llevaba el nombre de su diseñadora: María Mariño. Desde entonces hasta no hace mucho tiempo su empresa fue desarrollándose, sorteando las dificultades del mundo de la moda, haciendo frente desde Galicia con valor añadido primero a la competencia oriental del bajo precio y después a la crisis económica generalizada.

Si en 1985 nació, en 1989 se vieron ya desfilar sus colecciones en los desfiles Luada, tras entrar en el grupo Galicia Moda que protagonizó el despegue de este sector del diseño gallego en esa década. A María Moreira, Kina Fernández, Olga Ríos y Makari, que desfilaron ya con Luada en 1987, se sumó esta diseñadora 2 años después mientras competía en el mercado nacional y ya en el internacional.

Marita Vázquez de la Cruz, portavoz de Diálogos 90, ese colectivo de mujeres que cada año entrega en Vigo su premio Galegas Destacadas al que pertenecía Mariño, hace de ella una valoración en la que la reconocerán de inmediato sus amigos: "Era una persona extremadamente inteligente y sensible. Alguna vez comenté que me sorprendía su capacidad para intuir a las personas y administrar ese conocimiento en una especie de trato muy personalizado. Recuerdo que de Chuchi Kruckenberg decía que ´era ´muy elegante porque vestía de ella misma".

María Mariño era además una mujer con una avidez enorme tanto en la escucha como a la hora de intervenir. Sabía escuchar muy atenta pero luego, cuando hablaba era incesante. Alegre, directa, energética, resolutiva, activa y con una vitalidad en sus manifestaciones que invitaba a ser partícipe de ella, al galope de su voz poderosa. Una mujer que, nacida en los 50, fue madurando al tiempo que su belleza inextinguida, que queda en su hija Ánxela, madre a su vez de dos hijos. Hace poco más de un año que conoció su enfermedad y quienes la vieron últimamente dicen que le echó pecho y demostró con la muerte lo que valía en la vida.

Así se la conoció siempre en lo personal. En la moda, su empresa Modatest trasladó en 2007 su fábrica a Texvigo, la ciudad viguesa del textil, para optimizar todo el proceso de compra, diseño y fabricación. "La única solución para hacer viable la producción en estos tiempos difíciles es montar tu propia fábrica y a eso es lo que vamos", decía Mariño ese mismo año, tras lidiar muchos anteriores con una distribución en numerosos puntos de venta españoles y extranjeros, con la problemática inherente y que conocen tan bien en el mundo de la moda.