Fundador de la Escuela Española de Desarrollo Transpersonal, José María Doria, psicólogo de gran prestigio internacional por sus innovaciones procedentes de las filosofías orientales, intervino el pasado miércoles intervino en el Club FARO.

-En su escuela ¿usted tiene alumnos o pacientes?

-En el fondo, todo psicoterapeuta y todo educador tienen que ser pacientes profundos en tanto en cuanto si quieren transmitir un contenido de acompañamiento objetivo resulta casi obligado haberlo vivido antes en sus propias carnes.

-Gran parte de sus teorías se basan en filosofías, religiones...en fin, modos de entender la vida orientales. ¿No resulta un tanto ingenuo pretender aplicarlas a las personas de cultura occidental?

-Es que,a través de las telecomunicaciones y demás avances tecnológicos,que han propiciado este mundo globalizado, el ser humano de hoy se está haciendo menos narcisista y egocéntrico y más abierto. Hace ya más de 40 años que la cultura oriental tuvo una penetración muy grande en Occidente a través de California y yo pienso que, ahora mismo, la cultura occidental ha integrado perfectamete a la oriental. En la actualidad, por ejemplo, existen prácticas como el yoga o la meditación zen que están absolutamente integradas en el modo de vivir occidental, y a las que ya nadie considera extrañas, raras ni excéntricas.

-Uno de sus libros se titula “La inteligencia del alma”. ¿Qué entiende usted por alma?

-Para mí, el alma es el último, sutil y más elevado residuo de un conjunto o patrimonio de bondades y virtudes que están en el ser humano y a las que no las asociamos al psicocuerpo sino a las que otorgamos un rango metafórico o energético al que damos ese nombre: alma.

-Y que no se extingue con el cuerpo...¿o sí?

-No lo sé, lo que sí sé es que el alma es un concepto que va más allá de las religiones y, por supuesto, de cualesquiera corriente de pensamiento.

-Es usted experto en educación emocional. ¿Cómo se educa una emoción sin que haya que reprimirla?

-Supongo que se refiere usted a las emociones destructivas: la ira, la rabia, la frustración,la violencia...que nos llevan a conductas no deseadas.

-Pongamos que sí...

-Pues ese es el gran tema de la Humanidad. Hay dos posicionamientos: el de la Psicología (que te propone visualizarla, liberarla, soltarla y, cuando tomes conciencia de ella, trabajar la emoción) y el de algunas religiones como el cristianismo, el judaísmo e el Islam, más pragmático, que propone, en términos pedestres, reprimirla. Yo soy partidario del posicionamiento de la psicología: la emoción es como una planta a la hay que dejar crecer hasta que, llegada a una altura, se debe arrancar de cuajo, de raíz.

-¿Qué es la felicidad? ¿Una utopía, un deseo o un estado mental?

-Personalmente, creo que es un estado espiritual que no depende de ningún elemento material periférico. Si le aplico los términos que utilizamos en la Escuela le diré que la felicidad es un estado transpersonal, es decir, transmental y transcircunstancial.

-¿Y cómo se consigue?

-Pues “despejando nubes para poder ver el cielo”.

-¿Qué llegó antes? ¿La crisis económica o la crisis de valores morales?

-La crisis económica es el tentáculo final, el efecto de causas precedentes que, efectivamente, tienen que ver con la emergencia de culturas especulativas y, todo hay que decirlo, de la pérdida del “misterio” que rodea a todas las religiones. Si dejas de creer en ese dios que te iba a castigar o mandar al infierno si obrabas mal, pues es como aquel que, cuando acaba la carrera y no tiene que presentarse a los exámenes, se deja ir y ya no se esfuerza. A mucha gente le ha ocurrido que, al no tener miedo de ese dios, se ha quedado sin referencias morales.

-¿Y qué se puede hacer?

-Para empezar, dejar de lado el narcisismo y pensar no ya solo en uno mismo, sino también en los demás.

-Pero eso no se estila hogaño.

-No se estila, efectivamente, en sociedades como la nuestra, la española, y por extensión, en las sociedades latinas, donde padecemos un subdesarrollo moral ciertamente lamentable.

-Uno de los valores cuya pérdida más se ha denunciado es el de la ética. “Hay que recuperar la ética”, se dice, pero ¿qué ética? ¿la cristiana, la budista, la musulmana, la socialista, la capitalista...?

-La ética es universal y está mucho más allá de las ideologías, culturas y religiones. La ética es un conjunto de coherencias de un interior bien descubierto y de un exterior que tiene que guardar una sintonía; es un comportamiento de autoexigencia a la opción de cada cual más honda, más profunda: en general, el que vive de acuerdo a su ética personal vive en consonancia con una ética universal.

-Al paso que vamos ¿la psicología corre el peligro de convertirse en religión?

-Lo dudo mucho. Es cierto que, para mucha gente, su sacerdote es como su psicólogo,pero psicologías hay muchas, entre ellas la transpersonal, que es la que yo aplico.

-Y que consiste en...

-La psicología transpersonal es como la integración de varias psicologías que se han ido desarrollando a lo largo de la historia y que aporta un plus espiritual, esto es, de facetas y condiciones que trascienden las partes racional, lógica y mental del individuo. Nosotros partimos de que nadie cura a nadie: los psicoterapeutas transpersonales lo que hacemos es acompañar un proceso de curación, de desarrollo personal, incluso de rebelión.

-Dijo García Calvo en una de las asambleas del 15-M que el enemigo del hombre no es la sociedad, sino el propio hombre...

-Pienso es que el ser humano en sí mismo no es culpable, sino víctima de un proceso, de una programación, y que, de continuar con el nivel evolutivo actual, acabaremos por autodestruirnos.

-¿No hay futuro?

-Sí lo hay, pero será espiritual y contemplativo, o no será.

-¿Cree usted en algunas de las formas de vida en el Más Allá, en la suya o, simplemente, no cree?

-Yo también soy de los que, de pequeñito, creía que si era bueno iba al Cielo y, si era malo, al Infierno. Posteriormente conocí muchas creencias más pero, a estas alturas, me he desprendido de todas y me he quedado con lo que quiero pensar.

-¿Y qué ha elegido pensar?

-He elegido pensar que la vida es como un río que, cuando llega al mar, se funde en el océano infinito, como un anillo de oro que se cree que es un anillo y que, cuando llega al crisol, se queda con que es solo oro, que es su identidad esencial. A mí no me hace falta la “yoidad” para sentirme cómodo: nací llorando y, desde luego, pretendo morime sonriendo.

-Pero nunca se está preparado para morir...

-Pues claro que se está preparado. Ya lo decía San Pablo: “Yo muero cada día”.

-En caso extremo ¿eutanasia?

-Sí, la verdad es que a veces nos aferramos al cuerpo de una manera escandalosa.