"No habrá celebraciones: las reservamos para los cien años", bromea la directora de la Misión Biológica a propósito del cumpleaños del centro, creado hace hoy 90 años para investigar y lograr avances que pudiesen ser aplicados a la agricultura y a la ganadería de Galicia.

La idea partió de Ramón y Cajal, que en 1921 impulsó la fundación de la Misión Biológica desde su puesto de presidente de la Junta para la Ampliación de Estudios.

Cruz Gallástegui fue su primer director y la Escuela de Veterinaria de Santiago su primera sede, hasta que se hizo necesario su traslado a Pontevedra ante la falta de interés de las autoridades compostelanas, que no conseguían proporcionarle buenos locales.

La finca La Tablada, en Campolongo, fue el primer emplazamiento del centro en Pontevedra, hasta que gracias al apoyo de la Diputación pudo trasladarse al Pazo de Gandarón, un histórico edificio promovido en el siglo XVIII por el arzobispo Malvar.

Se trata de una finca de 12 hectáreas que cuenta actualmente, además de con esa sede central en el Pazo de Gandarón, los edificios Cruz Gallástegui y Miguel Odriozola.

Desde las nuevas instalaciones Cruz Gallástegui llevó a cabo en los años siguientes numerosos estudios sobre el campo gallego, mientras que Juan López Suárez (Xan de Forcados) fue el verdadero cerebro en esos primeros momentos de la institución, en los que se consiguen, pro ejemplo, variedades de castaño resistentes a enfermedades.

Tras la Guerra Civil el centro pasa a depender del Consejo Superior de Investigaciones Científicas y es a partir de la década de los cuarenta del pasado siglo cuando consolida sus principales líneas de investigación sobre mejora genética vegetal y animal.

De sus laboratorios salieron híbridos de maíz de grano blanco que se mezclaban con maíces amarillos. Las variedades resultantes se hacían llegar a los campesinos a través del Sindicato de Productores de Semillas.

Estas investigaciones en genética vegetal prácticamente se interrumpieron hasta que a partir de 1973 el investigador Amando Ordás retoma los estudios. Una década después se abren nuevas lineas de investigación y se desarrollan programas basados en los cultivos de mayor importancia para Galicia. Los recursos genéticos de legumbres, coles, berzas, repollos, vides etc se conservan ahora en el banco de germoplaspla de la Misión, una nonagenaria al servicio de la ciencia y el campo gallego.