"Adolfo Suárez era todo un seductor, un hombre de gran encanto personal, entregado a la idea de España pero pagado con ingratitud; acabó solo", dijo ayer en el Club FARO María ángeles López de Celis, funcionaria de la Presidencia del Gobierno durante 30 años, en una charla-coloquio sobre la vida política y privada de los inquilinos de la Moncloa. "Felipe fue el político más completo, un gran comunicador de masas que en la distancia corta llegaba a ser huraño. Aznar, un hombre disciplinado, firme, metódico", añadió.

"Los presidentes en zapatillas" es el título que acaba de publicar en Espasa esta psicóloga que piensa que "ahora necesitamos un líder, tenemos problema de liderazgo". Presentada y entrevistada por la periodista Lucía Trillo, la funcionaria y psicóloga hizo un recorrido por cada uno de los mandatarios en cuyo gabinete presidencial trabajó.

Adolfo Suárez. "Fue todo un seductor, cordial campechano, con gran capacidad de trabajo y gran encanto personal. Creía ciegamente en su proyecto de llevar a España por el camino de la democracia y libertad. Además era cálido, guapo, elegante, cercano en el directo. Durante su etapa éramos en Presidencia un equipo pequeño, con medios precarios y si sonaba el teléfono y no había nadie para cogerlo alguna vez lo hizo el presidente mismo. Eran años tensos, difíciles, no había experiencia en la democracia, no sabíamos la repercusión de cada paso o decisión que se tomaba en medio de una economía catastrófica y ETA matando. Suárez estuvo muy solo, se lo pusieron muy difícil entre un ejército a punto de saltar, el PSOE al acecho del poder... sus apoyos eran cuatro leales y su familia. Se le acorraló tanto que se vio forzado a dimitir, y la puntilla fue el enfriamiento de las relaciones con el Rey, a su vez también muy presionado. Su dimisión fue un momento muy dramático que tuvimos que repetir varias veces ante las cámaras porque aparecía nervioso y con el rostro desencajado".

Calvo Sotelo. "Su etapa fue corta pero intensa; llevó a cabo una labor importantísima. Su imagen exterior parecía adusta pero como persona era entrañable, cariñoso, con un fino sentido del humor y aficiones como cantar habaneras, tocar el piano o hacerle conmovedores versos a su esposa, Pilar Ibáñez. He querido acabar con esa imagen de esfinge que tenía este hombre que no perdía nunca los estribos. Con 8 hijos trasplantados a la Moncloa, hubo que hacer cambios domésticos allí porque no estaba pensada para familia tan numerosa y casi convivíamos familia y funcionarios. Y creo que era el más preparado: un ingeniero con una gran cultura humanística, que hablaba idiomas. Le tocó llevar adelante la ley del divorcio, que levantó ampollas y él hubo de asumir a pesar de su concepción cristiana de la vida. Cumplió intachablemente su tarea y convocó elecciones para perderlas".

Felipe González. "Puedo hablarle, por ejemplo, de un Felipe González - el líder carismático que rendía a las masas desde la tribuna- como de alguien muy tímido en la distancia corta, poco hablador y dado a la soledad. Fue el político más completo que tuvimos desde la Transición pero en el plano corto era como si su personalidad arrolladora menguase. Llegaba a ser huraño, había una bipolaridad en su personalidad. Una vez superada la Transición tenía claro que con aquella estructura mínima de Presidencia no íbamos a ningún lado en una España que iniciaba su vuelco internacional. Imprimió una transformación total y a los políticos socialistas también hubo que cambiarles esa imagen de gente ajena al poder que llegaba con trajes de pana y patillas largas".

Aznar. "Llegó a pensar que él era el milagro para España, alentado por esa última etapa de Felipe, que urgía una renovación de aire tras 14 años de poder. Era persona de mucha autodisciplina, metódica, programada, que se levantaba a las seis y media de la madrugada para hacer "footing" aunque hiciera un frío gélido. Su primera legislatura fue positiva, importante pero se le premió con una segunda y las mayorías absolutas son peligrosas y generan endiosamiento".

María Ángeles López de Celis, relata la vida intramuros de la Moncloa de los cinco jefes de Gobierno del período democrático. Durante más de tres décadas, trabajó con Suárez, Calvo-Sotelo, González, Aznar y Zapatero, en el mismo centro del poder político español. Pasó al Ministerio del Interior hace dos meses, después de más de tres décadas en la Moncloa.

Zapatero. "Es un hombre optimista por naturaleza con un talante que cree en la paz, el diálogo, el amor a sus semejantes hasta el punto de que precisa bajar a tierra. Creo que ya es víctima del síndrome de la Moncloa: intolerancia a las críticas. Es persona de una tolerancia exquisita, preocupado por la gente que sufre. Es también un hombre sencillo en su vida cotidiana, que te hace cómodo el trabajo. El personal de servicio de la Moncloa dice que se jubilaría con él. Es un jefe fácil. Yo que he vivido tantas legislaturas puedo decir que las segundas son siempre complicadas. Gana en las distancias cortas, en contraste con Felipe".

No tan agresivo

Guerra. Era un parlamentario agresivo que hacía el trabajo de malo y cáustico pero como persona era adorable, de una gran sensibilidad y buena relación con su gabinete. Con Felipe formó el mejor tándem de nuestra democracia. eran dos hombres y un cerebro, pero el ejercicio del poder es duro. Vivíamos momentos muy complicados por el asunto de la corrupción y alguien tenía que pagar. España estaba muy quebrantada. Se cortó su cabeza y Felipe empezó a declinar".

Ana Botella. Fue la primera esposa de un presidente español que siguió el modelo americano, es decir, que ejerció de primera dama, en el entorno presidencial. En eso era lo contrario de las mujeres de Felipe y Zapatero, Carmen Romero y Sonsoles Espinosa. Cambió hasta la decoración y todo se llenó de tapices, dorados...