El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, visitó ayer por segunda vez el Estado de Luisiana para inspeccionar los daños causados por el vertido y supervisar los trabajos que se están llevando a cabo para frenar el derrame de crudo que se inició el pasado 20 de abril en el Golfo de México y que afecta ya a más de 160 kilómetros de Luisiana.

Obama aseguró que el vertido de crudo, convertido ya en el peor de la historia, es "un asalto a nuestras costas, a la población y a la economía regional". Tras reunirse con los responsables de la lucha contra el crudo, Obama anunció que ha ordenado que se triplique el personal federal.

Al mismo tiempo, el consejero delegado de British Petroleum (BP), Tony Hayward, afirmó que se tardará aún dos días en saber si funciona la inyección de lodo pesado en la fuente del vertido. Aunque imágenes de la fuga muestran chorros de fluido saliendo de la tubería rota, Hayward aclaró que lo que se escapa es "casi todo lodo".