La comunidad de investigadores celebra el Día do Científico Galego -en homenaje al fallecido geoquímico Isidro Parga Pondal- con los bajos sueldos, la falta de contratos y la estructura “cerrada” de las universidades para el personal formado en el extranjero como principales problemas.

Si bien, en los últimos años, se han abierto convocatorias nacionales para la captación de personal español en el extranjero (incluida una del Ministerio de Tecnología para el personal biomédico), lo cierto es que el retorno a casa de los cerebros gallegos sigue siendo complicado. “El problema llega cuando acaban su estancia fuera y afrontan grandes dificultades para volver y adquirir un puesto de trabajo fijo. Se ha hecho mucho en estos años, pero sigue siendo insuficiente. Las tres universidades deberían dedicar más recursos para integrar a los investigadores”, explica Juan Ramón Vidal, director del Instituto Universitario de Xeoloxía Isidro Parga Pondal y profesor de Biología en A Coruña.

Otro profesor de la misma universidad profundiza en la crítica: “Hay una política en las universidades un poco injusta de consolidar a gente que no tiene méritos y de desaprovechar a otra que sí los tiene”. Como ejemplo, apunta el de una doctora especializada en los cambios de nivel del mar y otras áreas que ahora se encuentra en Galicia “reciclando botellas en la universidad”.

Una joven investigadora de la Universidad de Vigo que también prefiere el anonimato explica que la salida al extranjero es obligada. “La formación en el extranjero -explica- es prácticamente imprescindible para seguir la carrera científica en España, sobre todo en Galicia ya que la investigación en entidades privadas es casi inexistente y los contratos para doctores tienen como requisito realizar una estancia de al menos dos años fuera. Esto es ridículo. Aquí se puede realizar investigación de alto nivel y muchas veces en el extranjero careces de los medios necesarios para tu trabajo”.

Quien opina es una joven treinteañera con varias estancias en centros de Granada, Barcelona, Zaragoza, Brasil, Alemania y Portugal y que ha sufrido otro mal de la clase científica de este país: el abuso de las becas.

“Hasta ahora, se abusaba mucho de ellas tanto por parte de la universidad como en las empresas. Mientras en la mayoría de los países europeos se hacía la tesis doctoral con un contrato, en España se hacía con beca o sin nada. Actualmente, se han reconvertido la mayoría de becas predoctorales en contratos”, explica.

Por su parte, el profesor Juan Ramón Vidal apunta otra penuria: la generalización de bajos sueldos. La anterior joven viguesa da fe. Desde que se inició en la investigación científica en el último año de carrera hasta que logró su primer contrato laboral, pasaron siete años. Lamenta que “realmente está muy mal pagado. Empecé con una beca de 300 euros y tras siete años he llegado a los 1.200 euros al mes. (...) Los contratos de investigadores son mejores pero realmente creo que son sueldos bajos para los años de formación que necesitas. En Europa, los sueldos pueden ser el doble de aquí”.

Estos problemas (de los jóvenes investigadores) no afectan a un pequeño colectivo. Entre las tres universidades gallegas, se contabilizan 665 grupos de investigación. En el caso de Vigo, se contabilizan 2.391 profesionales dedicados a actividades de I+D. En A Coruña, la cifra asciende a 1.605; mientras que en Santiago se registraban (en el año 2007, los últimos datos disponibles) 1.907 investigadores principales, así como 574 personas del personal docente y de investigación con contratos y convenios en activo, según los datos facilitados por los centros académicos.