Alba Lucía relató su experiencia en Zaragoza, desde que fue operada el 30 de noviembre de 2006 en el Hospital Universitario La Fe de Valencia hasta hoy mismo, cuando ya puede utilizar sus nuevas manos para maquillarse, escribir y comer con cubiertos adecuados, aunque confesó que le da miedo arrimarse a la cocina y coger un cuchillo o cosas calientes hasta que no recupere totalmente la sensibilidad.

Sin embargo, no todo ha sido fácil para la que es la primera mujer en recibir un trasplante de antebrazos y manos en el mundo y primera persona en España, ya que últimamente ha tenido algunos contratiempos como pérdida de visión y molestias en el riñón que, según dijo, están manejando muy bien sus médicos.

Uno de esos médicos es el cirujano Pedro Cavadas, presidente de la Fundación que lleva su nombre y cuyo equipo efectuó la operación en La Fe de Valencia, y al que tuvo "la osadía" de escribirle Alba Lucía, según relató ella misma, en el año 2004 para contarle su caso tras ver en televisión como implantaba un brazo amputado en una pierna para que recuperara la irrigación.

En una charla cargada de emoción durante la IV Reunión Nacional de Coordinadores de Trasplantes y Profesionales de la Comunicación, la mujer contó como en su primera cita médica con Cavadas, el 12 de agosto de 2004, empezó todo el proceso para recuperar unas manos que perdió el 16 de noviembre de 1978 en Colombia en una explosión durante unas prácticas de Química.

Cuando el 30 de noviembre del pasado año el doctor Juan Bautista Galán, coordinador de Trasplantes de La Fe, le llamó para decirle que había llegado la hora "no me dio tiempo de asustarme, de pensar absolutamente en nada".

Al día siguiente por la tarde al despertarse y mirar sus manos y a los doctores Cavada y Luis Landín, del equipo que la operó, Alba Lucía dijo: "Son preciosas, muchas gracias".

Es "lo mejor que me ha pasado en la vida" y por eso "las llamó mis niñas y mis hijas", agregó, e incidió en que está "completamente satisfecha" y que en ningún momento dudó sobre la operación y sus riesgos, ya que incluso firmó el consentimiento de la intervención sin leerlo.

La rehabilitación, que comenzó inmediatamente, es un "proceso muy duro, hay que tener mucha fuerza de voluntad para poder llevarlo y llegar al final, a feliz puerto, que es lo que yo quiero y todas las personas que están a mi alrededor", afirmó.

"Es duro tomar tantos medicamentos, pero vale la pena seguir luchando", explicó, al tiempo que relató la rehabilitación con corrientes, masajes para "hacer puño" y coger fuerza que tiene que hacer y que, a veces, le resulta dolorosa.

Alba Lucía, de 47 años, tras agradecer "muchísimo, muchísimo" a la persona que hizo posible su implante, lanzó un mensaje a los ciudadanos para que donen sus órganos y así poder salvar a alguien de una muerte segura o mejorar su calidad de vida.

Finalizó su intervención quitándose la ortesis que le sujeta los antebrazos y manos, que levantó enseñándolos al público y diciendo "doy gracias a Dios porque este sueño se haga realidad, estas son mis manos, estas son mis niñas, muchas gracias", y que tras un silenció arrancó los aplausos de los asistentes.

El coordinador de Trasplantes de Aragón, José Ignacio Sánchez Miret, se refirió al presentar a Alba Lucía como una persona luchadora, que está "casi, casi, llegando a la meta del triunfo de unas manos que pronto le van a permitir ser autónoma".

Por su parte, el coordinador de Trasplantes de Valencia, Manuel de la Concepción, recordó que la intervención se hizo en un hospital público, La Fe, mediante un convenio de colaboración con la Fundación Pedro Cavadas.