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Las conferencias del Club FARO

Teresa Viejo: "El misterio es parte de nuestras vidas; lo oculto nos atrae"

"Los narradores nos servimos de objetos como un vieja mecedora, una muñeca desvencijada, una casa en ruina... para generar atractivas incógnitas",dice la periodista

El público que asistió en el auditorio del Areal vigués a la charla sobre el misterio. // Ricardo Grobas

"El misterio es una de las grandes motivaciones del ser humano. La otra es la pasión", dijo ayer en el Club FARO la periodista y escritora Teresa Viejo. "La irresistible atracción del misterio" fue precisamente el título de su charla, que le presentó la periodista Iria Carregal.

Aún caliente la salida de su última novela, "Mientras llueva" (Espasa), la periodista, que afirma que no hay nada más atrayente que una cerradura sin llave en una puerta cerrada, comentó que "ya de niños nos socializan contando cuentos en muchos de los cuales hay un ingrediente de misterio. Siempre hay en la vida, pero no menos en la leyenda oral o en los escritos, interrogantes, dilemas, caminos en bifurcación hacia destinos que pueden ser ácidos o dulces, y todo eso va pergeñando en nuestro crecimiento una atracción por lo oculto".

Repasó el significado de la palabra "misterio" según la RAE (hechos cuya naturaleza, causa, origen... no tiene explicación) para afirmar: "Si nos paramos a pensar en nuestra vida cotidiana cada uno hallaremos situaciones misteriosas aunque sean muy sencillas como unas llaves que llevábamos en el bolso o unos papeles que pusimos en un sitio y no los hallamos. Pero también podemos preguntarnos por qué nos enamoramos de alguien o por qué no subimos a ese tren que luego descarriló. La propia opción de elegir ya es un misterio".

"Podríamos decir también -afirmó-, hablando de literatura, que el misterio es esa trama que tenemos los autores ante nosotros y cuyas piezas vamos recomponiendo como un puzle. Nos servimos de objetos que buscamos o hallamos inesperadamente como un vieja mecedora, una muñeca desvencijada, una fotografía que va y viene, una maleta que desaparece, una casa cargada de ruina... que van a generar misterio en la narración". Y al describir la arquitectura de su novela, Teresa Viejo incidió en que "cuando ya tenía los escenarios y las casas, pasé a los objetos, que para mí guardan un alma y una parte de la energía o del trasvase emocional, de quienes los han poseído a lo largo de su vida".

Los intangibles

Teresa Viejo habló de esos misterios que son tangibles, como los objetos, pero enseguida redondeó que también los hay intangibles, preguntas como el porqué de la ausencia del ser querido. "Una vez que vas construyendo un escenario con ese universo de objetos que entrelazas, me apeteció mucho reflexionar en mi novela sobre esos otros elementos intangibles, y para construir mi novela recurrí a viejos apuntes relacionados con el espiritismo. Introduje en ella ese último tercio del siglo XIX en que en España hay una cierta efervescencia social y editorial en torno al espiritismo, con una veintena de revistas sobre esa temática".

En esos papeles sobre esa etapa que Viejo cree que guarda desde su etapa universitaria hay un personaje real del que ella obtiene una protagonista. "Otro misterio es por qué acabé introduciendo a esa mujer en un libro que solo quería hablar de los misterios del amor. Se llamaba Amalia Domingo Soler, una mujer que dirigió un periódico y por tanto una pionera en España en un sector ocupado solo por hombres. Fundó "La luz del porvenir", fue conocida en su época, tuvo entierro multitudinario pero con el tiempo todo el mundo se olvidó de ella. Fue novelista, historiadora y médium psicógrafa por sus especiales capacidades perceptivas. La única mujer que participó en el I Congreso Espiritista Internacional, celebrado en Barcelona en 1888".

Siempre hay misterios en la vida, dice Viejo, y es fundamental no convertir en obsesión querer encajar las piezas del puzle de nuestra existencia porque no todas tienen explicación racional y encaje previsible y no debemos angustiarnos por ello. "Porque vivir no es racional, es algo mágico. Y en la literatura el misterio es tan necesario como la pasión porque sin ellos no hay urdimbre posible para una novela, como en la vida misma".

Sobre el escenario elegido para su novela última, dice Viejo que "necesitaba hacerlo en un lugar donde la gente no pusiera una equis en el mapa, y además que fuera un lugar lo suficientemente cautivador y al mismo tiempo asfixiante, que creara una atmósfera tan enrarecida como para que la gente no odiara ningún lugar concreto. Está en el norte de España. En la realidad probablemente haya muchos lugares parecidos a ese, pero solo hay que mirarlos con ojos de narradora, dejando volar la imaginación. Y lo que hice fue eso. Le llamé Malpaís".

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