"¿Me voy a morir?". Esta fue la primera pregunta que Kari Ron le lanzó a su endocrino el día que le comunicó que tenía un cáncer de tiroides, el cáncer endocrino más frecuente. A partir de ese momento comenzó un incierto viaje que parece que ha concluido con éxito tras tres operaciones en un año, un largo tratamiento, alguna que otra noche en vela y un enorme deseo de superar la enfermedad. Esta joven compostelana de 28 años es una de los 35 peregrinos de distintos países que hoy inician el Camino de Santiago desde Sarria en el marco de la campaña "Voces en el Camino" y que tiene como finalidad llevar la voz de estos enfermos al prestigioso congreso de especialistas médicos de la European Thyroir Association, que se celebrará en Santiago el próximo día 5, donde celebrarán un foro de pacientes.

Organizado por la Asociación Española de Cáncer de Tiroides (AECAT), este peregrinaje se ha dividido en cinco etapas, que corresponden a las que atraviesa el enfermo desde el momento del diagnóstico hasta que supera la enfermedad, que le obligará a medicarse de por vida para suplir la falta de la hormona tiroidea, la principal responsable de la regulación del metabolismo. La primera etapa, que completarán hoy a las tres y media en Portomarín la han bautizado "¿Por qué somos peregrinos? El impacto de la palabra cáncer". Y es que el momento del diagnóstico es especialmente traumático para el paciente. "A mí no me interesaba en ese momento saber qué era y cómo se trataba. Yo oí cáncer y pensé: muerte", dice Kari Ron.

Esta reacción, sin embargo, no supone una excepción. El miedo ante la palabra cáncer, y el desconocimiento sobre la enfermedad y el largo camino del tratamiento sumen al paciente en un estado casi de choque que tiene que asumir para emprender esta nueva fase de su vida. La experiencia de otros enfermos allana y mucho el camino. "Hablar con gente que tiene la enfermedad o la ha tenido y que se encuentra bien diez años después te da mucho ánimo. Además, lo que han hecho ellos en las distintas fases del tratamiento también te ayuda mucho a superarlas", reconoce Kari. Por ello, su intención es crear una asociación de ámbito gallego que preste apoyo al enfermo.

"Si necesitas la ayuda de un psicólogo oncológico, por ejemplo, no es lo mismo si tienes uno aquí que desplazarte a Madrid, por ejemplo. No todo el mundo puede permitirse pagarse el desplazamiento. Y la enfermedad te afecta de muchas formas, también emocionalmente", explica. Incluso después de poder decir que está superada, como es el caso de Kari. "Yo tengo una cicatriz de oreja a oreja que me dio muchos problemas. Ahora he comenzado a darme láser para disimularla, pero de esto no te informan cuando te operan. También tengo una lesión en el nervio espinal que me impide usar el brazo izquierdo y soy zurda. Pero parece que las secuelas físicas no tienen tanta importancia como la propia enfermedad. Sin embargo, si yo sigo de baja no es por el cáncer, sino por esta incapacidad", se lamenta esta joven, que también denuncia que perdió su empleo por el cáncer. "Estando de baja me despidieron y es muy difícil que te contraten si se enteran de que tuviste un cáncer", se queja.

Luchar contra las barreras con las que se encuentran estos enfermos es uno de los objetivos de la AECAT, asociación que preside Carmen Chamorro, que también reivindica la creación de Centros de Alta Resolución de Nódulos Tiroideos, de los que en estos momentos solo hay cuatro en España, para agilizar el diagnóstico. "Una cirugía a tiempo es la mejor garantía de un buen pronóstico, pero el 20% de las pruebas PAAF (Punción-aspiración con aguja fina) dan un resultado indeterminado y otro 10% no se puede definir del todo. Por eso es necesario que el paciente sea visto por un equipo multidisciplinar: un endocrino, un ecografista y un patólogo, especialistas en este tipo de cáncer. Estos centros serían los sitios idóneos para introducir las pruebas diagnósticas moleculares, una nueva técnica de base genética con un alto grado de definición", explica.

Aunque Galicia no cuenta con uno de estos centros, Chamorro asegura que la comunidad se encuentra a la cabeza de Europa en el tratamiento e investigación de este tipo de cáncer. "Galicia apostó por la especialización y está a la vanguardia en Europa en investigación sobre el cáncer de tiroides. Una investigadora de la Universidad de Santiago es la descubridora de una de las patentes para detectar molecularmente si hay carcinoma o no", explica Chamorro, que añade que muchos de estos pacientes tienen puesta su esperanza en los nuevos fármacos, algunos pendientes de aprobación en España y que ya se están aplicando con éxito en Europa.