Cuando, con solo tres años, los niños entran en la escuela, los orientadores comienzan su trabajo. La detección precoz de cualquier tipo de dificultad es su objetivo ya que, su máxima es que cuanto antes se comience a tratar, mejor se evitarán futuros problemas.

Más de cuarenta orientadores de Primaria de la zona de Vigo y su comarca se han unido en la Asociación Educativa de Orientación Escolar "Faro das Cíes", un entorno en el que comparten sus inquietudes, materiales, ponen en común distintas soluciones y se forman con profesionales del ámbito médico y educativo. "Muchas veces, de manera informal, poníamos en común casos con los que estábamos trabajando y nos dábamos cuenta de que era muy bueno para nosotros contar con las opiniones de otros compañeros, por eso nos animamos a formar la asociación", explica Paulino Iglesias, presidente de la asociación y orientador del CEIP O Pombal de Vigo.

Una de las actividades que más agradecen los miembros de la entidad son las charlas formativas que, una vez al mes, les vienen a dar pediatras, psiquiatras y neuropediatras. "Hay muchos avances en neurociencia que se pueden aplicar en la escuela y es muy interesante conocerlos", comenta Iglesias.

La labor de los orientadores escolares en Primaria se centra en detectar al alumnado con necesidades específicas de aprendizaje. "Problemas de destreza en la escritura y la lectura, la pronunciación, dislexia o el trastorno de hiperactividad es bueno comenzar a tratarlos desde muy pequeños y ofrecer los refuerzos necesarios en cada caso para obtener los mejores resultados", describe el orientador.

Desde la Xunta, los orientadores tienen varios protocolos de actuación en temas como el absentismo, el acoso escolar y el TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad). "Es bueno que todos sigamos unas mismas pautas y tengamos un criterio común", apunta el orientador, aunque también es cada uno de los profesionales el que desarrolla sus propios programas en función de las características y las necesidades de cada centro.

Sin embargo, más allá de los problemas de aprendizaje, los alumnos que más cuesta encaminar en el mundo escolar son aquellos que sufren situaciones familiares difíciles que, lamentan los orientadores, son cada vez más numerosos. "Ahí tenemos una función de coordinación con las familias, servicios sociales y médicos", explica el presidente.

Cuando los menores terminan el ciclo de Primaria, los orientadores elaboran completos informes de cada alumno para entregar a los orientadores de los centros en los que vayan a continuar sus estudios. "Lo importante es que un orientador tenga continuidad en un colegio; es imposible desarrollar nuestra labor en un solo año", advierte Iglesias.