Miguel Ángel Ríos Fernández toma hoy (19.00 horas) posesión como presidente de la Real Academia Galega de Ciencias. Nacido en Ponte Ulla, muy cerca de Santiago, fue quien introdujo la Química Cuántica en Galicia. Licenciado y doctor en Ciencias Químicas por la Universidade de Santiago, se especializó en la Universidad de Kent y formó después a un buen número de profesores y grupos de investigación en Galicia.

-¿Cómo afronta la presidencia en la Academia de Ciencias? ¿Cuál le gustaría que fuera la función de esta institución?

-Quiero revitalizar la academia lo más posible, tratando de incluir más académicos porque hay varias vacantes en este momento y abrir más la academia a gente nueva de toda Galicia; hacerla más visible y que tenga más calado en la sociedad. Pretendemos trasladar al ciudadano la inquietud por el conocimiento aplicado al desarrollo socioeconómico.

-¿Es difícil trasladar esa imagen al ciudadano, hacerle entender la importancia de la química en su día a día?

-Es un déficit que tenemos en general en España; es algo muy necesario porque si esto cala en la sociedad será más fácil que el conocimiento sea apoyado y que las empresas apuesten por él.

-Cuando se especializó en Química Cuántica, no era una especialidad muy conocida en Galicia.

-No se sabía ni lo que era, literalmente. Se acababa de jubilar Tomás Batuecas, un profesor muy relevante en Química Física y muy bien relacionado internacionalmente, pero tenía una formación un poco antigua y la Química Cuántica era algo relativamente reciente y él trabajaba en otras ramas pero no en esta. Los alumnos de Santiago, por eso, no sabíamos ni lo que era.

-¿Por qué eligió entonces usted precisamente esa rama?

-Fue una circunstancia de la vida. Cuando decidí hacer la tesis me quedé en el departamento de Química Física y justamente se acababa de jubilar Batuecas. Entró un nuevo catedrático que venía de Valladolid y estaba un poco más formado en cuántica. Él fue el que me asignó el tema, no fue por iniciativa personal. Tuve que empezar de cero. En la Universidad de Kent sabíamos que había una buena formación y conseguí una beca en el British Council.

-A su vuelta de Inglaterra, formó a un buen número de profesores que hoy forman parte de grupos de investigación de prestigio.

-Sí, se creó una cierta escuela. Tuve gente muy buena conmigo, los mejores expedientes del curso, algunos con becas de formación de personal investigador, que eran muy buenas. Algunos se quedaron en la universidad, otros están en institutos y hoy siguen tres grupos de investigación muy competitivos.

-La labor investigadora en su ámbito, ¿hasta qué punto ha evolucionado?

-Cuando yo empecé había muchísimas dificultades, porque no teníamos medios. Trabajar en Química Cuántica supone utilizar el cálculo computacional y no había en toda Galicia más que un ordenador. Me he quemado las cejas con máquinas para calcular haciendo cosas que hoy se hacen en dos segundos. Era muy sacrificado. Después ya se adquirió un ordenador en la universidad gracias a la Fundación Barrié y compramos el primer ordenador vectorial que llegó a Galicia, antes de crearse el CESGA.

-Sin embargo, los investigadores no estaban tan obligados a emigrar.

-Ahora hay muchos licenciados y muchos se tienen que marchar. Yo también lo habría hecho. Les viene muy bien la formación que van a adquirir fuera. Lo deseable es que en unos años regresen a Galicia muy bien preparados; sería de los males de la crisis, una pequeña ventaja.