La enfermedad celiaca afecta a un 1 por ciento de la población española -cerca de 450.000 personas-, aunque su prevalencia podría ser mucho mayor, ya que los datos iniciales de un estudio que está desarrollando la Sociedad Española de Patología Digestiva (SEPD) revelan que el 75% de los casos están sin diagnosticar. Con motivo del Día Nacional de la Celiaquía que se celebra el próximo lunes, la SEPD advierte de que los familiares de primer grado de los pacientes celiacos son un grupo de alto riesgo y que hasta un 10% pueden presentar datos clínicos y analítico de esta enfermedad autoinmune que se caracteriza por una inflamación crónica de la parte próxima al intestino delgado causada por la exposición al gluten, proteína presente en algunos cerelaes de la dieta, como el trigo, la cebada y el centeno.

Paula Gómez, madre de dos niñas celiacas, es un ejemplo de ese porcentaje de familiares de alto riesgo y hasta hace siete años, estaba sin diagnosticar, Desde que era pequeña, esta viguesa, que ahora tiene 41 años, sufría constantes molestias en el estómago, que a veces cursaba en dolor, cansancio constante, cambios en el carácter e incluso desmayos, aunque no hasta a que su hija Laura le diagnosticaron celiaquía con 8 años cuando comenzó a relacionar sus síntomas con la intolerancia al gluten. "Me di cuenta de que muchos de los síntomas que presentaba Laura los tenía yo, y la propia pediatra me dijo que debía hacerme las pruebas porque tenía muchas posibilidades de ser celiaca, como así es", explica. Después, que su hija Carolina fuera diagnosticada también de celiaquía con 6 años no le sorprendió, como tampoco espera que los resultados de las pruebas de Rubén, de 6 años, sean negativas.

"No tiene síntomas porque no sabe qué es un producto con gluten, pero las niñas tuvieron muchos problemas. Laura comenzaba a tener un retraso de hueso de dos años y un pelo finísimo que no le crecía. Hoy tiene un desarrollo óseo normal y un cabello que no tiene nada que ver", dice.

Sostiene que desde que se le diagnosticó la enfermedad su calidad de vida ha mejorado considerablemente. "Aunque cuando no sabía que tenía intolerancia al gluten ya no comía muchas cosas porque me sentaban mal, siempre terminaba comiendo algo que lo tuviera, por lo que siempre tenía esa molestia y había días que me encontraba sin fuerzas.

Fue cambiar de dieta y desaparecer todos los síntomas", recuerda. Las niñas también dejaron de tener vómitos constantes y el vientre hinchado, mientras que sus hermanos pequeños, Rubén y Hugo, de 4 años, no saben cuáles son los síntomas de la intolerancia al gluten, ya que desde que Laura fue diagnosticada de celiaquía, la familia al completo sigue una dieta sin gluten, aunque su marido pueda saltársela. "El único tratamiento que tenemos es la dieta, es decir, no comer alimentos que contengan o hayan estado expuestos al gluten", afirma esta viguesa, que asegura que el problema de seguir la pauta alimentaria está cuando la familia decide comer fuera de casa. "Hay muy poco conocimiento de esta enfermedad", se lamenta.