Tras más de cuarenta años como portavoz de la injusticia social y política, mediante filmes como "Desaparecido", el realizador francogriego Costa-Gavras confiesa su decepción por el adormilamiento social en un momento en el que opta por dar una visión más luminosa de la emigracion en Edén al Oeste.

"La sociedad ha ido a peor. Antes al menos había esperanza", lamenta Costa-Gravras, quien quizá por este sentimiento de desilusión ha decidido imprimir un tono de fábula mágica a su nueva película, que se estrena esta semana en España.

"Ha cambiado todo radicalmente y yo también he envejecido mucho", confiesa con más firmeza que melancolía el que denunciara la mano invisible de EE UU en la dictadura de Pinochet en Desaparecido. "En los 60 y 70 podíamos tener posiciones claras. Había dos grandes bloques y elegir uno filosóficamente marcaba ya el camino. Hoy se habla de dos ideas básicas como libertad y democracia como si pudieran resolver todo. Pero la democracia se ha banalizado. El mundo está dirigido por grandes empresas", critica.