¿Han pasado 40 años? Pues sí, la vida que tiene su propio calendario y no coincide con tus ritmos interiores. Y es que uno no puede dar crédito, oye, si parece que fue ayer cuando veías a estos veteranos de la foto con cara de niños despertando pasiones sobre los escenarios vigueses, con sus nuevas guitarras eléctricas y flameantes, y resulta que han pasado cuatro décadas en cuyos entresijos se han casado, separado, vuelto a casar algunos, parido y criado hijos y puede que algún nieto... Pero, eso sí, han sido capaces de desenfundar y desempolvar sus viejas pulsiones musicales. Menos algunos que nunca lo han dejado, profesional o vocacionalmente en forma de grupos atractivamente dinosáuricos como La Comisaría.

Claro, como cuenta Manu Orío, que ha peleado a fondo desde hacer mucho para que esto se rememore y reviva, muchos de los chavales que en los sesenta utilizaron el sonido electrificado de las guitarras andan hoy por los sesenta años. ¡Buf, aquellos años, dice él (alisándose la melena que aún le queda), en que la precariedad de instrumental era manifiesta en una España en que no había alegría para disponer de lo prescindible!". Y tiene razón en eso de la precariedad. Todo se llevaba en el tranvía porque no había dinero para una furgo (al principio al menos, antes de tener fans), los ensayos se hacían en las casas, tener un manager era un milagro y la promoción se hacía casi boca a boca. Bueno, en Vigo, porque a todo trapo funcionaban en el mundo los Beatles, los Rolling, The Animals, The Shadows... Todo un movidón impresionante, una eclosión musical como pocas.

Entonces, en los sesenta, España era lo que era y a las cosas se les llamaba por nombres que hoy sonarían a Despeñaperros para arriba. Por ejemplo aquel concierto con 11 grupos vigueses celebrado en 1966 en el García Barbón (hoy Teatro Caixanova): I Festival Regional de Conjuntos Músicos-Vocales. Eran los festivales ye-yés y en esos momentos aún ni se soñaba salvo excepciones subir a escena armado de una Fender, Gibson, Rickembacker... sino que había que contentarse con las Jomadi, Invicta, Soloist o Blok nacionales, o las Eko y Galant procedentes de Europa, y no hablemos de los artilugios amplificadores, muchos de ellos fabricados artesanalmente. ¡Pero si cuando llegaron las llamadas "pastillas" parecían una tecnología milagrosa!

Antes que ellos hubo en Vigo bandas pioneras, sí, que aún no disponían de equipos electrificados pero estaban influenciadas por el rock and roll y Fernando Ferreira cita en su libro a Los Seis Amigos, Los Veyers y los Breogán, hablando siempre de los no profesionales porque orquestas había no pocas. Alrededor de 1963 nacen Los Vampiros, primer grupo totalmente electrificado (influenciados por Los Shadows) y luego Los Condors, Munsters, Rangers...

Pero los ye-yés aparecen, según Ferreira, en 1965 con la eclosión beat y los nuevos sonidos procedentes del Reino Unido. Vigo vio nacer a Diávolos (luego Zuecos), SN, Greps, Stags, Cirios, El Clan, Mink´s, Germans, Gritos, Yacos... En 1967 irrumpen los de féminas, Sink´s y las Musas, y siguen estallando grupos masculinos como Lejanos, Cuervos, Mansion, Watios, Ruidos... Escenarios como los de Flamingo, Alianza Francesa o García Barbón acogieron esta furia naciente.