La charla que el periodista y escritor Carlos G. Reigosa, Premio Torrente Ballester 2008, mantuvo con Laxeiro en su casa de Botos, en el verano de 1983, resultó un proyecto inconcluso porque entrevistador y entrevistado quedaron en retomarla otro día, aunque no hubo tal continuación. Veinticinco años después y coincidiendo con el centenario del nacimiento del pintor lalinense, esta conversación, inédita, ha sido transcrita en "Laxeiro por si mesmo" (Xerais), un libro que cuenta con los epílogos de Xosé Antón Castro, Antón Patiño y Leopoldo Nóvoa; una selección de su obra realizada por Antón Pulido; y fotografías y documentación también inéditas, como las cartas aportadas por la poetisa María do Carme Kruckenberg, que perfilan al Laxeiro más íntimo y sensible, "una figura universal que aún no tiene el reconocimiento que se merece", según los artistas Antón Pulido, Antón Lamazares y Antón Patiño, el editor Manuel Bragado y el propio autor del libro, que reclamaron un "impulso final" a las instituciones gallegas para que la figura de Laxeiro se equipare a otros grandes artistas del pasado siglo.

"Galicia no sabe ponerse de acuerdo para construir mitos, y un pueblo sin mitos no es un pueblo", manifestó Antón Pulido, quien añadió que el artista de Lalín no puede quedarse en una mera figura local.

Los tres artistas, que participan en el curso "Cien años de Laxeiro" que la Universidad Internacional Menéndez Pelayo clausura hoy en Vigo, coinciden en señalar que si Laxeiro hubiese nacido en otra comunidad, ahora estaría entre los grandes genios de la pintura española del siglo XX.

Por su parte, Antón Lamazares, que definió a Laxeiro como "uno de los pilares de la cultura gallega", lamentó también la falta de un libro "serio" sobre la obra del artista gallego.

La conversación con Reigosa, que le costó su siesta al pintor, sorprende incluso a quienes le conocieron porque en ella el pintor, de carácter afable, se define como un "hombre triste" y habla de la justicia social y de las creencias y costumbres que le marcaron en su infancia, allá en su aldea: el culto a la muerte, la religiosidad..., aspectos claves para entender la estética de su obra, su mirada social y la construcción de esta Galicia fabulada, según Antón Patiño. "Era un gran cuentista", afirma el pintor.

Quienes le consideran un pintor del mundo esperan que el centro Reina Sofía finalmente acoja una exposición sobre su obra, una oportunidad que entienden que serviría para darle la proyección social que reclama su figura.