Hasta hace apenas unas horas los gallegos de origen musulmán no sabían todavía que ayer comenzaría una de sus fiestas más grandes, la del Sacrificio, porque esta religión mide el tiempo conforme a un calendario lunar. No obstante, desde ayer las aproximadamente cinco mil personas que integran esta comunidad en Galicia se han sumado ya a los mil doscientos millones de musulmanes de todo el mundo que han iniciado un ritual que se prolongará durante tres días más y en el que se recuerda cómo el profeta Ibrahim (Abraham para los cristianos) pudo sacrificar a Alá un cordero en lugar de a su hijo Ismael (Isaac).

Por eso mismo el gran protagonista de la fiesta mahometana es el cordero. No obstante, si para los gallegos de tradición judeocristiana la Navidad de este año viene envuelta en la palabra crisis y expresada metafóricamente en las vacas flacas, esta celebración musulmana, que se suele equiparar a esta fiesta cristiana, vive también una época de corderos flacos.

Así lo constata Fátima, la esposa de Mustapha El Abboubi, presidente de la Asociación Marroquí de Pontevedra, quien insistía ayer en que la coyuntura económica actual no incentiva precisamente las "ganas" de fiestas y que los seguidores del profeta Mahoma también son víctimas de las leyes del mercado y sufren del mismo síndrome que el resto de los gallegos cuando llegan las fiestas navideñas: la subida de precios, en este caso del cordero.

"Vivimos una crisis. Es difícil en estos momentos estar para fiestas. Cada año la cosa está peor. Hasta no hay las ganas para matar el cordero. Con la crisis no hay demasiadas ganas de comprarlo ni de celebrar. Y eso aquellos que pueden comprar el cordero, porque no es fácil comprarlo, porque no hay dinero, el cordero es muy caro", explica Fátima, que integra, junto a alrededor de tres centenares de personas, la comunidad musulmana de Vilaboa (Pontevedra).

Fátima recuerda que es "obligatorio" celebrar esta fiesta y que aquellos que más tienen están obligados a repartir y las familias, cuando sus medios son escasos, pueden celebrar esta festividad en común. Es más, Fátima recuerda que sus preceptos religiosos también les obligan a ayudar al que no tiene. Por eso, explica, si una esposa tiene a su marido en el hospital, como es el caso de una de sus compatriotas, sus vecinos deben velar por que ella y sus hijos puedan disfrutar de una tradición que, en el caso de Fátima, se cocina acompañada del cuscús típico en Marruecos.

Es la crisis la que obliga a la familia de Fátima a aplazar la comida hasta hoy, ya que ayer se celebraba la feria en Figueirido y tanto ella como su esposo tenían que acudir. "Aquí hay que trabajar, no hay días libres, así que hoy lo celebraremos con calma", comenta.

Gratuito para los pobres

La crisis no sólo se nota en España. También en Egipto, donde ha llegado acompañada de la inflación, pone en apuros la celebración del día del Sacrificio. Como el Islam obliga a sus fieles que en el tercer día de peregrinación a La Meca sacrifiquen una pieza de ganado, miles de carnicerías al aire libre y puestos se improvisaron en la capital, El Cairo, para que los más necesitados pudieran recibir su ración de carne, fruto de la generosidad del Gobierno o de los egipcios más pudientes.

Si Fátima lamentaba que el cordero este año les hubiese costado en torno a 150 euros, en Egipto estos animales se venden por la misma cantidad. En el país africano cada kilo oscila entre los 3 y los 7 euros, mientras que en España ronda los diez euros.