La pedregosa y polvorienta pista que conduce al monte de A Groba volvió a recibir desde bien temprano el paso de más vehículos de dos y cuatro ruedas de los habituales. Algo que ocurre contadas veces al año. La celebración del curro de Mougás, en las laderas del monte, congregó a miles de personas, entre ganaderos, curiosos, amantes de la gastronomía patria y, por supuesto, "aloitadores" dispuestos a demostrar fuerza y valentía en dura pugna con los animales, genuinos representantes del "cabalo galego".

Unas 600 "bestas", según cálculos de los organizadores tras los sucesivos recuentos, participaron en los encierros de mañana y tarde, en los cuales se sucedieron bellas estampas entre "aloitadores" y bestas, durante la separación de las crías; la caza a lazo de sementales; las distintas "rapas" y desparasitaciones; y el marcado de los ejemplares más jóvenes.

El buen tiempo, aunque con incómodo viento, animó a de dos mil a tres mil personas a acudir al monte para ver cómo se desarrollaba el curro, amenazado, según dicen los ganaderos, por lo ocurrido en la ola de incendios de 2006. "Este año no se notó, pero se va a notar. Están cercando el 80 por ciento del monte y el ganado se terminará marchando", explica Álvaro Miniño, ex presidente y fundador del colectivo Pura Raza Cabalo Galego.

Un rito de iniciación en toda regla que demostró este año que los incendios no lograron acabar todavía, ni se espera que así ocurra, con una tradición que perdura sin apenas desgaste desde la noche de los tiempos.