Los variopintos personajes que pueblan los cuentos de Lionel Shriver viven situaciones tensas provocadas por la fijación por la propiedad. Por el empeño de poseer bienes inmobiliarios, objetos o personas. Como es habitual en la autora, las situaciones cotidianas pueden desbordarse en cualquier momento, y las personas en apariencia más cabales son perfectamente capaces de perder los papeles hasta límites insospechados.Un abanico de parejas, padres e hijos, vecinos y familias se ven sometidos a una montaña rusa de engaños, obsesiones, miedos, deseos y desencuentros.