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El Edén y el Paraíso, unos bailes de antaño

Los dos populares locales acogieron incontables veladas y saraos de los pontevedreses, ricos y pobres, entre los siglos XIX y XX

Federico Guisasola plasmó de esta forma el estreno en El Edén de la "Alborada" del maestro Veiga. // FdV

Entre finales del siglo XIX y principios del XX, hubo en Pontevedra al margen de sus sociedades recreativas, dos salones de baile muy concurridos y populares, que evocaban el mismo lugar, pero no eran la misma cosa: El Edén y el Paraíso. Aquellos nombres tan sugerentes, de reminiscencias bíblicas, tenían bastante morbo incuestionablemente.

El Edén nació un poco antes que El Paraíso; aquel también fue mucho más distinguido que éste y tuvo una existencia más longeva. En sus primeros tiempos, compartió protagonismo con dos entidades tan señeras como el Liceo Casino y Recreo de Artesanos. Por tanto, el Edén fue el tercero en discordia; primero como salón de espectáculos de comediantes, músicos y concertistas ambulantes, y luego exclusivamente como salón de baile. Ahí compitió sin ningún complejo de inferioridad en buena lid.

José María Viaño, un influyente y activo industrial, dedicó la espaciosa casona que levantó entre las calles Maceda y San Nicolás, a dos actividades singulares: una casa de baños en la planta baja y en el piso superior un salón de baile que bautizó como El Edén. Mucho tiempo después se instaló el Ideal Cinema o Cine de los Exploradores, aún recordado por los pontevedreses más longevos.

El Estudiante, una publicación humildemente autoproclamada como "hoja aspirante a periódico" puesto que solo imprimía dos páginas, tuvo muy presente a El Edén en sus chascarrillos desde su apertura en 1878. Al año siguiente, el salón acogió un baile de Carnaval junto al Casino y Artesanos; y otro sarao la víspera de Navidad, que el periodiquillo anunció con gran regocijo. "Gracias a Alá -decía-, el sábado de esta semana tendremos baile en El Edén. O sea el paraíso terrenal". Y el joven cronista aprovechó la ocasión para dejarse querer: "¡Ay! quien será la Eva que me conducirá hasta él"?.

Por su parte, El Paraíso nació bajo el impulso de otro comerciante, Ignacio Reyes, en un local de la plaza del Muelle. Después de su cierre albergó a la Federación Obrera y se convirtió en la Casa del Pueblo.

A partir de 1886, El Edén y El Paraíso o El Paraíso y El Edén, organizaron incontables bailes, casi siempre los domingos, además de Carnavales y Navidades. Señoritas, 25 y 35 céntimos los caballeros, fueron los precios más antiguos de los dos locales, que luego sufrieron pequeños incrementos, hasta 40 y 50 céntimos, respectivamente.

Los Carnavales del año siguiente resultaron muy "animados y concurridos". Una reseña plasmó de manera fehaciente el ambiente registrado: "Una muchedumbre ávida de danzar invadió ambos locales, y a las doce de la noche la atmósfera que en ellos se respiraba era sofocante y pesada". Tal fue la animación que ninguno concluyó antes de la salida del sol.

Una mayor competencia por la entrada en escena del Liceo Gimnasio, el Circo Teatro y el Teatro Principal, que también programaron sus bailes, no mermó la popularidad y el trajín de El Edén y El Paraíso hasta el fin de siglo.

El Paraíso hizo las veces de cuartel general del Antroido pontevedrés de 1888 en honor a Urquín II. Allí se realizaron los preparativos oportunos y de allí salieron desfiles y mascaradas todos los días: desde Teucro y su corte para recibir a Urquín II y su comitiva, hasta las cabalgatas de carrozas y jinetes, músicos, clarines y tambores, que recorrieron las calles en días sucesivos, mientras duró el gran jolgorio.

Ambos salones acogieron igualmente otras actividades diversas, no solo relacionadas con el baile y la fiesta. La importante Sociedad de Socorros Mutuos, que cubría un amplio espectro asistencial, celebró en El Paraíso varias asambleas cruciales para su propia supervivencia. En El Paraíso se reunió el comité local del Partido Demócrata Progresista, que presidía Indalecio Armesto y lideraba Ruíz Zorrilla, para afrontar con éxito un conflicto interno. Y El Paraíso celebró un banquete en honor del ínclito Rogelio Lois, principal impulsor de los grupos de caballeros de armas del mítico Urquín en sus mejores tiempos.

José María Viaño todavía promovió numerosos bailes en El Edén a principios del siglo XX. Y tras su fallecimiento, la viuda anunció la venta del edificio; pero ante la falta de interés también ofreció la opción del alquiler.

Patricio Fernández Mora fue el primero que afrontó en 1912 el reto de devolver al salón la gloria de antaño y recuperó El Edén para el baile, después de recibir el permiso correspondiente del Gobierno Civil. Y empezó por cambiarle el nombre y pasó a anunciarse como Salón Progreso.

La nueva denominación no hizo fortuna, porque todo el mundo siguió llamándole El Edén, que estaba muy arraigado. Los bailes amenizados con organillo o piano de manubrio, a partir de las cuatro de la tarde, se repitieron a lo largo de los dos años siguientes; pero ya no fueron lo mismo. Todo había cambiado o empezaba a cambiar a una velocidad endiablada.

Un anuncio en la prensa firmó su aparente sentencia de muerte, porque reseñó la venta de El Edén-Salón Progreso en subasta pública el 22 de marzo de 1914, a las doce de la mañana, en el despacho del procurador Manuel Casqueiro, "a voluntad de su dueño". O sea, por su propia iniciativa.

Quizá para estar a la altura de su historia y honrar su memoria, aquella etapa se cerró en falso con una función especial que ofrecieron Los Pamperos, la comparsa nacida en el seno de La Artística, mientras trataba de dilucidarse la venta reseñada.

Poco después aún se programaron algunos bailes en 1915 y 1916. El Salón Progreso anunció ese año la venida a Pontevedra de "un tren de señoras desde Vigo para asistir al baile de la Piñata del sábado noche, 11 de marzo". Toda una embajada de la ciudad olívica en busca de diversión. Y para mayor aliciente se ofreció una rifa con un premio de 25 pesetas para sortear entre los caballeros y otra cantidad igual entre las damas. Esa fue la última referencia conocida de El Edén-Salón Progreso.

Un siglo después, la histórica casona con fachada delantera y trasera a las mentadas calles, Maceda y san Nicolás, respectivamente, sigue en pie, pero hace mucho tiempo que perdió su uso público para convertirse en un espacioso domicilio privado, tras una restauración total.

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