El retorno a las aulas dio comienzo ayer en la ciudad de la mano de las escuelas infantiles privadas, las primeras en abrir sus puertas en la era Covid. La "vuelta al cole" en la jornada de ayer transcurrió con "mucha ilusión y emoción", pero también con algún llanto que otro y con un cambio de rutina radical, tanto para padres y madres como para educadores, puesto que el regreso incluyó un protocolo de prevención frente al coronavirus marcado por circuitos específicos de entrada y salida, llegadas escalonadas y, sobre todo, mucha higiene.

Toni Rubio, director de Bamby, reconocía a media mañana que la primera hora se vivió con un poco de agobio "al tener que hacer esperar más de lo que suele ser habitual, pero con los padres respetando todas las normas y nuestros profesionales, esta primera jornada ha ido muy bien", señalaba el responsable de la escuela pontevedresa.

La tranquilidad volvía al finalizar el turno de los más pequeños que se inician el período de adaptación y Rubio explicaba que "después de cinco meses y medio, es normal que extrañen un poco y los notamos un poco más mimosos, pero enseguida han conectado con la clase y, por su reacción, creemos que al final de la semana estarán perfectamente integrados".

La ilusión de volver a verse también se pudo palpar en el centro de educación infantil Pontepasitos, que en su primer día de cole contó con 8 niños con edades inferiores al año y comprendidas entre los 2 y 3 años. Así, la directora de esta escuela de la ciudad, Iria Mera, destacó "las ganas de los papás y mamás en confiar en nosotros y también la emoción de los más pequeños".

En cuanto al protocolo Covid, Mera apuntó que, por una parte, "los recogemos a la entrada, los sentamos y les cambiamos el calzado, mientras los padres se llevan el abrigo y el carrito de vuelta. Todo el material que traen como pañales, biberones,etc, lo desinfectamos antes de colocar en su casilla. Y en cuanto a la interacción entre ellos, estamos ojo avizor para que no se den besos o lametones, pero al final son niños y se nos puede escapar algo. En cuanto al comedor, procuramos que estén separados porque se juntan niños de diferentes edades. Y si antes teníamos por rutina que los peques se lavaran las manos en la comida o en determinados juegos, ahora el lavado es más continuado", indica.

En la escuela infantil Saíñas, en Poio, la jornada también transcurrió con normalidad y con mucha alegría por volver a las aulas. La directora de este centro, Isabel Casás comentó que "fue todo bastante bien, raro porque fue diferente. Con los padres fenomenal y los niños se portaron muy bien. Alguno lloró un poco y otros pararon en cuanto vieron a sus amiguitos del año pasado, pero es normal siendo el primer día".

En la jornada de ayer asistieron a Saíñas unos 30 pequeños y esperan llegar a los 50. "Además de todas las normas incluidas en el protocolo frente al coronavirus, llevaremos también un registro de todos los niños que están juntos por si hubiera algún contagio. Así sabremos los contactos", explicó Casás.