El Plan Xeral de Ordenación Municipal de Pontevedra, aprobado en 1990, es válido pero "tiene carencias, necesita un lifting", asegura el presidente de la delegación en Pontevedra del Colexio Oficial de Arquitectos de Galicia (COAG), Anselmo Villanueva. El portavoz de los profesionales de la arquitectura entiende que elaborar un documento nuevo podría generar inseguridad jurídica, como ha ocurrido en otras ciudades que han reformado su plan recientemente, pero que el actual, con 30 años recién cumplidos, ya presenta deficiencias, precisamente en cuestiones en las que Pontevedra es referente, como en tratamiento urbano y accesibilidad.

El plan de 1990 necesita "una cura", explica Villanueva, y si no mediante una reforma completa, al menos "en muchos aspectos que no nos capacita para el ejercicio pleno de la profesión".

Los arquitectos demandan una modificación puntual, entendida como "una herramienta que articule algún cambio para adaptarlo a los nuevos requerimientos", explica el portavoz de los arquitectos de Pontevedra.

Aunque el gobierno local de Miguel Lores trató de poner en marcha en su primer mandato un nuevo planeamiento (para cumplir un compromiso electoral), tras profundizar en el asunto el equipo nacionalista llegó a la conclusión de que redactar un documento nuevo es una idea "desfasada" y que tener un plan antiguo habla muy bien de la ordenación de un municipio. Para el gobierno local, elaborar un plan nuevo supone "meterse en follones y en una situación infinitamente peor que la que tenemos", como explicó en su día el concejal César Mosquera. Para el edil, con el plan vigente desde 1990 "hay suelo suficiente y una calificación del suelo que cumple todo lo que se le puede pedir a un planeamiento". El PXOM de Pontevedra "funciona y goza de una salud estupenda", aseguró el concejal nacionalista ante la posibilidad de iniciar un nuevo plan para la Pontevedra del mañana.

El documento iniciado por la empresa Consultora Galega hace dieciséis años y que se trató de retomar en los últimos mandatos municipales, solicitado por los grupos de la oposición "se desechó, afortunadamente; y fue una de las mejores decisiones que tomamos", sostiene Mosquera.

El problema de fondo -explicó el edil- es que los planes mantienen una concepción antigua en la que el Concello tenía que ordenar todo su territorio y con las actuales determinaciones que impone la Xunta, el ayuntamiento tiene una capacidad entre un 5 y un 10 por ciento de la ordenación del territorio. El resto queda en manos de la Xunta y ahí la Administración autonómica tendría más que decir sobre el desarrollo de la ciudad que el propio ayuntamiento.

El único motivo que tiene un municipio para redactar un plan urbanístico es, explicó César Mosquera, que no tenga ninguno, solo en esos casos lo necesita realmente. Pero los que tienen un plan, por antiguo que sea, "deben regirse por él todo el tiempo que puedan".

El Colegio de Arquitectos coincide en que no es necesario hacer un plan nuevo, que generaría inseguridad jurídica, pero sí pide modificaciones puntuales en algunas cuestiones.