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Conectados más allá de los mares y el Covid-19

El grupo de WhatsApp "Cerponzóns polo mundo" cumple, en pleno confinamiento, un año uniendo raíces

Emiliano Duarte y su mujer Bety. // FDV

En la primavera de 2019 la Asociación de Veciños O Chedeiro creó un grupo de WhatsApp al que llamó "Cerponzóns polo mundo". La idea era mantener vivos los lazos de sangre, amistad, cultura e historia que unen a todos los emigrantes de la parroquia pontevedresa y sus descendientes con su tierra, pese a los miles de kilómetros que los puedan separar de ella.

Estos días, en plena pandemia mundial del coronavirus, el grupo está más activo que nunca. Son múltiples los mensajes que se comparten en este chat y las palabras de ánimo para sus participantes. El amor por las raíces se ha vuelto, si cabe, aún más fuerte.

Marisa Díaz trabaja en el ámbito de la docencia, por eso su profesión es una vía de escape para estos días de confinamiento en su ciudad natal, Buenos Aires, Argentina. "Por suerte, mi familia y yo estamos muy bien", celebra. "Me paso el tiempo conectada al ordenador trabajando con otros docentes y alumnado", explica.

Marisa Díaz y su hermana Carina. // FDV

Ella es una de las personas que forma parte de este grupo, junto con Lidia, Dolores, Luci,Tino,Valeria, José, Marcos, Encarna, Beatriz, José, Susie, Pepe, Victoriano, Jesus , Emiliano y Bety, Secundino, Tininho, Jacobo, Rogelio... Unos viven en Argentina, otros en Brasil, en Francia, Australia, Suiza... y también en otras provincias españolas, como Barcelona, Guipúzcoa, Madrid o la próxima A Coruña.

Dolores vive en Brasil. Es descendiente de pontevedreses de Cerponzóns y vive en una ciudad pequeña que no llega a los 50.000 habitantes. "Donde yo vivo, por ahora, no hay afectados, pero los números de infectados están aumentado en todo Brasil aunque estamos en cuarentena", asegura.

Como responsable de una academia de idiomas, puede ofrecer las clases a su alumnado "online", algo que considera importante para que los niños "mantengan su rutina diaria".

Lucía Otero y su esposo, Ernesto Bernal, también viven en Buenos Aires. "Quédense en casa y cuídense", recomienda a todos los vecinos de la parroquia una pareja que en unos días cumplirá 40 años de casados.

El matrimonio vivió unos días angustiosos porque su hija Laura se encontraba en Tailandia y estuvieron toda una semana realizando gestiones para poder repatriarla, lo cual no fue fácil debido a que el gobierno argentino cerró sus fronteras.

Lucía Otero y su marido, Ernesto Bernal. // FDV

En el norte de Francia, en la frontera con Bélgica, reside Tino "do Castrado", otro emigrante de Cerponzóns, que confiesa su preocupación por el virus. "Cuanto más confinados estemos, mejor, porque cuanto menos contacto con otras personas, menos riesgo. El problema es que muchas personas no lo entienden así", resume el sentir general.

En su caso, su preocupación es por su hija, que trabaja en un hospital, allí en Francia, "y les faltan muchas protecciones individuales".

Y sin poder ver ni a sus hijos ni a sus nietos están Emiliano Duarte y Bety, en Argentina. Los negocios se los llevan sus hijos, los cuales se encuentran bien. La pareja está muy triste y preocupada por lo que está pasando en el mundo, piensan mucho en su Galicia, su Cerponzóns, y tienen "muchas ganas de volver de nuevo".

Y los que más lejos están son Susiey Moncho, en Australia. Donde viven prácticamente todo el mundo tiene casa con finca "y así es más fácil de llevar". Están apenados porque su hijo comenzaría a trabajar en la Universidad y no pudo ser.

Victoriano vive en la isla balear de Mallorca. // FDV

La paciencia, el esfuerzo y el sentido común unen a todos estos pontevedreses de alma y corazón, deseosos de regresar a su tierra en cuanto el coronavirus lo permita.

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