Las Tres Gracias con menos colas de los últimos años. Los fieles que acudieron a primera hora de ayer a la capilla del Nazareno para renovar esta tradición se encontraron con la edición más cómoda, por menos concurrida, aunque de nuevo convocó a cientos de devotos que encendieron velas y renovaron sus peticiones ante la imagen que se venera en el pequeño templo de la calle Tetuán.

La afluencia repuntó sensiblemente durante la tarde-noche, si bien a lo largo de la mañana solo en momentos puntuales las colas sobrepasaron la puerta del Teatro Principal, cuando no era infrecuente que alcanzasen casi hasta plaza de España, una reducción que unos atribuyen a que la meteorología no siempre acompañó y, especialmente, a la amenaza del coronavirus.

Y es que en ediciones anteriores los fieles han desafiado a fuertes rachas de lluvia o viento sin que eso mermase la afluencia, mientras que en este 2020 los devotos que acudieron al templo donde se venera el Ecce Homo pudieron acceder al interior con comodidad tras esperar breves minutos.

Las que no han faltado puntuales a la cita son las rosquilleras y vendedores de exvotos, caso de las profesionales de Ponteareas que instalaron su puesto de madrugada en las inmediaciones de la puerta de la capilla.

Al igual que buena parte de sus compañeras atribuyen la baja afluencia a que "la gente está huyendo de las aglomeraciones" y evita por tanto concentraciones como las que son habituales en las Tres Gracias ante la amenaza al Covid-19.

Algunos fieles incorporaron medidas de prevención como la de higienizarse las manos, en una jornada en la que las misas arrancaron como cada año de madrugada, si bien "con muchas menos colas", lamentan desde los locales cercanos de hostelería, que adelantaron la apertura infructuosamente ya que "a las 7 y 8 no había tanta gente como otros años, se nota la caída".