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Algunos lograron reducir la presencia de estas especies un 82%

Los concellos de la comarca batallan contra la superpoblación de palomas, gaviotas y otras aves

Marín, Pontevedra o Caldas son algunos de los municipios que han encargado a empresas especializadas el control de estos animales que no solo molestan en las terrazas, sino que causan daños estructurales en edificios

Una gaviota se come una magdalena en la mesa de una terraza del centro de Pontevedra. // Rafa Vázquez

Es habitual que en las terrazas de Pontevedra o de otras muchos municipios se escuche un fuerte ruido de cristales rotos y a continuación un aleteo. El sobresalto suele estar causado por una gaviota o una paloma que se aleja con el resto de un pincho o un churro en la boca. La mayoría de las veces, es este tipo de episodios es el que nos recuerdan lo molestas que pueden llegar a ser estas aves y, sin embargo, no es la mayor de las problemáticas asociadas a la superpoblación de estas y otras aves en los cascos urbanos de las ciudades.

Juan Fraga es responsable de la empresa Larus Control, quien desde hace años se ocupa del control de la población de estas aves en numerosos municipios. Según explica, no hay ayuntamiento de España que no padezca de una proliferación descontrolada de gaviotas y palomas. Un dúo al que se le podían sumar también los estorninos. "Prácticamente todas las grandes ciudades gallegas tienen contratada a alguna empresa para que les realice el control de este tipo de aves y evitar que su población se descontrole", explica. En la comarca, esta empresa ya ha trabajado y sigue haciéndolo en ayuntamientos como Pontevedra, Marín o Caldas de Reis.

Por ejemplo, en Marín llevan ya tres años realizando el control poblacional de la paloma y de las gaviotas que anidan en el municipio con unos resultados que el ayuntamiento califica como "óptimos". De hecho, en este tiempo se pasó de unas dos mil palomas censadas a apenas 350 en la actualidad, según los datos proporcionados por el Concello. Es decir, un 82% menos. En el caso de las gaviotas, se realizaron en lo que va de año 237 visitas a tejados y se retiraron 114 nidos en lo que va de año, 197 huevos y 67 polluelos, siempre mediante métodos que son ecológicos e incruentos para los animales, señalan desde el ayuntamiento.

En Pontevedra, el control de la población de gaviotas también es constante y, por ejemplo, el pasado año la campaña que se llevó a cabo entre mayo y septiembre motivó unas 180 alertas por nidos en edificios y viviendas y la retirada de unos 250 huevos y 50 polluelos.

¿Y por qué es tan necesario que el número de este tipo de aves que viven en la ciudad no se descontrole? Juan Fraga es claro. Más allá de las molestias que pueden causar en terrazas y espacios públicos, sobre todo cuando se trata de coger restos de comida; las gaviotas y las palomas pueden llegar a causar graves daños en edificios e infraestructuras, así como en el mobiliario urbano.

La construcción de nidos puede causar daños en tejados de inmuebles y otro de los grandes problemas es la acumulación de excrementos. "Hemos llegado a sacar kilos y kilos de desperdicios de algunos tejados", señala este responsable de Larus Control.

Más allá de la insalubridad que pueden provocar estos excrementos, Juan Fraga resalta que, además, son altamente perjudiciales para los inmuebles: "Las heces son corrosivas y causan problemas de humedad, por lo que la presencia en exceso de gaviotas o palomas, por ejemplo, en edificios como los de un casco histórico como es el caso de Pontevedra puede suponer que acaben provocando graves daños en materiales como pueden ser la madera, que es parte fundamental de algunos de estos inmuebles", explica.

Otra cuestión a tener en cuenta es que estas aves pueden ser fuente de transmisión de enfermedades, por lo que desde esta empresa no consideran adecuado prácticas como darles de comer en las céntricas plazas de las ciudades.

Según indican desde Larus Control, las gaviotas suelen ser las más problemáticas, dado que las palomas tienen una vida mucho más corta y su población puede ser más fácil de gestionar. Sin embargo, las gaviotas pueden llegar a vivir 40 años, y tan solo se pueden retirar nidos, huevos o polluelos, por lo que es más costoso reducir la población de estas aves una vez que ya se ha disparado su presencia.

En Caldas de Reis, por ejemplo, el principal problema lo causaban los estorninos, que apenas permitían utilizar la plaza de Las Palmeras debido a la gran cantidad de excrementos que generaban.

En cuanto a los métodos de control, se suelen utilizar varios, a veces combinados. Uno de ellos es el control de la natalidad, con la retirada de nidos y pollos; otra la captura de ejemplares (como se está haciendo actualmente en Marín para mantener a raya la población de palomas) y por último la disuasión. En este último caso, se suelen utilizar aves rapaces para intentar ahuyentar a estas otras especies, pero esta posibilidad "no funciona bien si no es acompañada por otros métodos que llevan a cabo las empresas especializadas", dice Fraga.

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