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El meollo

El duende desubicado

El duende desubicado

Por si la ubicación de la escultura de Isaac Díaz Pardo no fuera inadecuada, amén del despropósito del conjunto en sí mismo, con una base totalmente desproporcionada con respecto al busto, tal y como ya se dijo en este periódico, ahora se persiste en el error de causar una desestructuración todavía mayor de los jardines del doctor Enrique Marescot y el violinista Manuel Quiroga con la incorporación de un inquilino salido del tronco de un histórico cedro: el duende Gerardo.

Vaya por delante toda la admiración hacia el artista Santiago Castro y, por supuesto, también todo el respeto para el homenajeado, Gerardo Ferradás. Nada que objetar a tan noble propósito; que no se tergiverse o malinterprete un lamento que va de otra cosa bien distinta.

Sencillamente el apreciado médico y el genial músico estaban bien como estaban y como estuvieron durante sesenta o setenta años, cada uno en su jardín de las delicias. Ambos grupos escultóricos no requerían de compañía alguna para estropear e incluso violentar un equilibrado conjunto.

El duende Gerardo no pega ni con cola en un lugar que no es el suyo y que ya tenía dueño desde hace mucho tiempo. Una mirada conjunta a las tres obras de un solo vistazo, Díaz Pardo, el duende Gerardo y Manuel Quiroga, trasluce un kitsch infumable.

No hace falta estar licenciado en Bellas Artes ni ser un experto en Patrimonio Artístico para entender que un monumento, escultura o mural al aire libre, sea del tipo que sea, necesita un entorno adecuado. Basta un poco de sensibilidad y otro poco de sentido para saber qué no vale cualquier espacio, y este duendecillo se encuentra muy descolocado cuando menos.

Si la facultad vecina dejara de verse tanto el ombligo, saliera de su abstracción permanente y afinara un poquito su espíritu crítico, ya tendría que haber dicho algo al respecto, sobre un okupa que chirría por exceso de permisividad del mando en plaza.

El Meollo de la cuestión está en que el duende de esta historia se encontraría bastante mejor acompañado junto al nuevo parque infantil en Campolongo, pongo por caso, con un habitad más apropiado sin duda, y hasta allí debería trasladarse sin remilgo alguno, aunque rompiese el hilo umbilical con su árbol de la vida.

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