La iglesia de Salcedo cumple siete meses cerrada, desde que el párroco, Jesús Niño, decidiera su clausura, a mediados de octubre pasado, después de que se registraran algunos desprendimientos de la cubierta. Desde entonces, la actividad parroquial se desarrolla en las instalaciones de Raíña da Paz y ahí seguirán durante los próximos meses ya que el Arzobispado de Santiago todavía no dispone de la autorización de la Dirección Xeral de Patrimonio para todas las obras de restauración previstas, según explica el propio Jesús Niño.

La autoridad eclesiástica dispone de unos 130.000 euros para acometer las tareas de reparación del templo y presentó en su día un proyecto al respecto a la Consellería de Cultura. Ahora llegó a manos de la parroquia la respuesta de Patrimonio, fechada el pasado 25 de abril. En ella se aprueban las obras previstas para la restauración de las bóvedas y el tejado, pero este departamento requiere "más precisiones" para actuar en el coro de piedra, la torre y el frontispicio de la iglesia, según explica el párroco.

El arquitecto del Arzobispado enviará esa documentación complementaria a Cultura de inmediato, pero no está previsto acometer restauración alguna hasta disponer de la autorización completa, indica el párroco, que señala que "el coro es fundamental para sostener el templo", por lo que su reparación es básica dentro del plan global de mejora del inmueble, que dejó de utilizarse en octubre al desprenderse trozos de mortero y arenilla desde la bóveda.

El templo necesita una cubierta nueva, que deberá ser reformada sin dañar la estructura del viejo templo. La iglesia asume con fondos propios las obras pero trataba de buscar financiación externa, aunque hasta ahora sin excesivo éxito. La Xunta no ha comprometido subvenciones por el momento.

Con la colaboración de un restaurador del Museo Provincial, que le asesoró sobre cómo embalar y conservar todo el mobiliario interior del templo, y de un equipo de unos 40 feligreses, el párroco actuó con la antelación necesaria para que todo el mobiliario pueda retornar al templo en el momento en el que la obra esté realizada.

Desmontar el órgano para sacar y trasladarlo a un lugar sin humedades fue otra de las tareas complicadas de este operativo, aunque no menos que descolgar las lámparas, que obligó a los vecinos a trepar hasta la bóveda.