A los 27 años escribió su primer libro, a los 31 era profesor universitario y a los 36 ya trabajaba como jefe de servicio de Oftalmología. El doctor Pedro Corsino Fernández-Vila es uno de los profesionales más reconocidos del país. Hace ahora un año que dimitió como jefe de Oftalmología del Complexo Hospitalario de Pontevedra por la acumulación "dramática" de pacientes de cataratas pendientes de una intervención quirúrgica, más de 1.800. El primer aniversario de esa decisión, de la que no se arrepiente, se cumple coincidiendo con la entrega de la Medalla de Honor que le ha hecho hace unos días en Santiago de Compostela la Sociedad Gallega de Oftalmología en reconocimiento a su trayectoria y valía. Por primera vez habla en una entrevista sobre aquel momento clave de su vida en la sanidad pública.

-¿Qué significa para alguien con una trayectoria como la suya recibir un reconocimiento así?

-Lo que tiene de especial este premio es que te lo conceden tus compañeros, especialmente porque llevaban más de ocho años sin concederlo. Fue a iniciativa de la junta directiva; la asamblea lo aprobó hace un año y se entrega, como es habitual, un año después.

-¿Puede ser que decidieran otorgárselo con motivo de su dimisión?

-No, lo decidieron la semana previa a mi dimisión; no sabían que yo había tomado esa decisión.

-¿Por qué cree que se lo han dado?

-Más que unos méritos objetivos, yo creo que se reconoce un determinado espíritu y una forma de ser en la Sociedad Gallega de Oftalmología, así como unos criterios de haber creado ámbitos de concordia. Fui su presidente en 2010.

-Pero sí que la decisión de concedérselo llegó en un momento clave en su vida...

-Fue un momento con un componente personal muy importante y uno laboral en el que estaba inmerso en plena conversación o discusión con la dirección del hospital. Aquellos días eran una especie de "in pass" a ver qué era lo que el hospital me ofrecía. A la semana siguiente no acepto la propuesta que me hacen y presento la carta de dimisión.

-Echando la vista atrás: ¿se arrepiente de haberlo hecho?

-No. En ningún momento, porque no fue nunca una decisión fruto del mal humor. Tampoco fue una queja puntual; fue un proceso largo de meses, de mucho tiempo, que quedó reflejado con números, con fechas, en todas las cartas enviadas a la dirección del hospital. Era una queja permanente de que había que trabajar en bajar la lista de espera. Cuando no vi una salida objetiva a un problema que a mí me preocupaba desde distintos puntos de vista, tanto el profesional como el personal, presenté la dimisión. He de decir, y esto es muy importante, que en ningún momento he tenido mala relación con la dirección. El trato de ellos conmigo fue absolutamente correcto. Nunca hubo un desencuentro personal con ningún miembro de la dirección; solo disentíamos en las soluciones y en los tiempos.

- "Creéis en una sensación personal, lacerante, viva, de fracaso profesional y personal al no haber sido capaz de evitar que esto pudiera llegar a suceder?", escribió en su último correo electrónico a la dirección del CHOP...

-Yo lo asumí como un compromiso ético y lo asumí manifestando por escrito que llega un momento en que tú eres el responsable de la lista de espera. Se puede asumir que la dirección no responde a mis quejas, pero el jefe de servicio es el responsable final de que se operen antes o después. Como yo he sido responsable personalmente, dimito.

-¿Sintió el apoyo de sus compañeros?

-Sí, pero ellos no influyeron en la toma de decisiones. Ellos eran conscientes de la situación que vivíamos. Muchos me decían que mirase a uno u otro paciente que iba a tardar en operarse un año y medio. Pero la dimisión no fue fruto de un consenso ni de una discusión abierta en el servicio. Fue una decisión personal y le explico al servicio que yo no puedo vivir con esa sensación de fracaso personal. Unos días después de irme, todos mis compañeros firmaron una carta a la dirección en la que justificaban y le daban sentido a mi dimisión, así como que lamentaban que hubiera tenido lugar por un hecho concreto como una lista de espera.

-¿Cuáles son los riesgos para un paciente por la espera por una cirugía de cataratas?, ¿puede llegar a perder la visión?

-La lista de espera de cataratas tiene distintos componentes. Una buena sanidad pública no tiene que hacer solo cirugías de buena calidad, sino que tiene que hacerlas en el momento adecuado. Uno puede decir que opera muy bien, pero lo hace tres años después cuando ya el paciente tiene una calidad de vida muy limitada. Eso repercute, por ejemplo, en que el número y riesgo de caídas aumenta. Las repercusiones médicas son, en algunos casos, que la cirugía de catarata te permite abordar el fondo de ojo, así que si tienes una retinopatía diabética puede ser controlada mucho mejor. No estamos hablando solo de un retardo en recuperar la capacidad visual, sino que puede haber otras repercusiones. Una vez que se establecen criterios objetivos por los que hay que operarse, la cirugía tiene que ser cuanto antes. El Sergas ha aprobado un protocolo para cirugía de catarata que establece la visión que marca si un paciente tiene mala calidad de vida.

-¿Viven el resto de áreas sanitarias gallegas una situación similar a la de Pontevedra?

-Es curioso que perteneciendo a un sistema único a nivel autonómico las situaciones son totalmente diferentes dependiendo del área sanitaria. Hay áreas donde se manda a miles de pacientes a la medicina privada; otras, como era nuestro caso, en que no se enviaba a ninguno; otras que hicieron más de 400 cirugías de tarde, y otras como nosotros que en dos años hicimos 18 cirugías de cataratas.

-¿Cuál es la situación actual del servicio de Oftamología?

-Lo desconozco por completo. Lo que sí sé es que se han operado desde abril más pacientes por la tarde en una semana que en los dos años previos. Con ello se demuestra que es cierta mi responsabilidad, porque en el momento en que he dimitido por los menos el número de cirugías por la tarde cambió de forma significativa.

-Pero usted las había pedido, no es su responsabilidad porque no se las concedieron...

-Pero sí es una muestra de que hay posibilidades, de que el sistema, dándole los medios a los servicios y la posibilidad de gestión, puede corregir la lista de espera.