El fiscal antidroga de Pontevedra, Pablo Varela, reiteró ayer su petición de cinco años y tres meses de prisión para José Antonio R. C., al que acusa de arrojar un paquete de 140 gramos de heroína tras bajarse de su coche en la autovía de O Salnés al detectar un control de la Guardia Civil de Tráfico.

El acusado negó los hechos en una declaración en la que se negó a responder a las preguntas del Ministerio Público. Aseguró que no observó control policial alguno y que a él lo denunciaron por estar “meando en el arcén”, algo que, insiste, fue lo único que hizo. “Había una retención muy grande, una cola de bastantes kilómetros” y asegura que con el coche parado se bajó a miccionar en el arcén. Niega que hubiera arrojado ningún paquete con droga.

Sin embargo, los agentes de la Guardia Civil que formaban el dispositivo, tanto del los GRS de Mourente como de la agrupación de Tráfico, relataron una versión muy distinta. Para empezar, parece ciertamente difícil que el acusado no se apercibiera de la proximidad del control dado que ya había rebasado a una pareja de tráfico que pedía a los conductores que atenuaran la velocidad, ante la presencia del dispositivo. En el juicio declaró un agente de los GRS que realizaba, a unos cientos de metros del control, labores de vigilancia precisamente para evitar cualquier maniobra extraña como la que justamente presenció. Observó como el conductor del A-3, que fue identificado como el acusado, se bajó de su vehículo, se acercó al arcén y tiró por detrás de la valla de la autovía a un zarzal un paquete de color blanco. Más tarde, declararon los dos agentes de Tráfico que advertían del control y que, ante este movimiento extraño por parte de este conductor, también se acercaron al punto. También vieron como el acusado arrojaba un bulto a las zarzas. Posteriormente, localizaron el paquete con la droga con la ayuda de un perro del Servicio Cinológico.