Los vecinos de la parroquia de Salcedo acudieron ayer a la que fue su primera misa dominical en el "exilio" forzoso al no poder utilizar su iglesia, clausurada de forma temporal por el mal estado de su cubierta, que amenazaba con desprendimientos.

Así, mientras dure esta situación, las eucaristías dominicales tendrán lugar en otras instalaciones de la Archidiócesis de Santiago, como es la Casa de Espiritualidad Raíña da Paz del lugar de Matalobos, en donde ayer ya se celebraron las misas de 9 de la mañana y 12 horas. Pertrechada con un altar y unas sillas plegables, los vecinos no tuvieron problemas así para asistir a los oficios religiosos.

A la espera de que se solvente esta situación, las misas dominicales y bautismos se realizarán en la Casa Raína da Paz, mientras que los funerales y aniversarios tendrán lugar en la iglesia de San José de Campolongo. No en vano, antaño este barrio de Pontevedra pertenecía a la parroquia de Salcedo.

El párroco Jesús Niño confía en que esta situación de provisionalidad pueda solventarse lo antes posible ante la buena disposición que mostró el Arzobispado de Santiago para ejecutar las obras de rehabilitación de la igleisa parroquial y que el religioso calcula que pueden costar en torno a 100.000 euros. El Arzobispado de Santiago ya ha encargado al estudio de un arquitecto con el que trabajan la redacción de un proyecto para la recuperación de la cubierta del templo para que se proceda a la reparación sin dañar la estructura de la vieja iglesia. La idea es que se puedan realizar cuanto antes para que la iglesia reabra sus puertas en el menor tiempo posible y se retome el culto diario. Mientras tanto, los fieles tendrán que acostumbrarse a este pequeño "exilio" aunque sea dentro de su propia parroquia.

Cabe recordar que el párroco tomó esta difícil decisión el anterior fin de semana cuando comprobó que se habían producido unos desprendimientos de la cubierta hacia el interior de la iglesia de trozos de mortero y arenilla, por lo que decidió clausurar el recinto ante el riesgo de que pudiera causar algún daño a alguien.

Pero es que además el párroco Jesús Niño, se preocupó también por la integridad de las imágenes y otros elementos de valor a los que da cobijo el templo, por lo que rápidamente organizó una mudanza en la que participaron unos 40 vecinos y en la que contó con la colaboración de un restaurador del Museo Provincial para asesorarle en el traslado y embalaje de todo el mobiliario del templo y especialmente las piezas patrimoniales de mayor valor.