En un salón de actos totalmente abarrotado, en el que coincidieron numerosas autoridades, profesores jubilados, antiguas alumnas, directores de otros centros y la comunidad religiosa del Sagrado Corazón, el colegio de Placeres celebraba ayer el primer acto de su centenario que marcará la programación del centro hasta el próximo mes de mayo.

Un siglo formando "buenas personas", ayudando a muchas generaciones de alumnos a "crecer como personas en todas sus dimensiones", explicó María José Rodríguez, coordinadora de los centros del Sagrado Corazón en toda España y que ayer se desplazó a Placeres.

La protagonista indiscutible fue Lulú Vázquez de Silva, la única superviviente de la primera generación de alumnas que fundó el colegio, y que suma la friolera de 108 años.

Fue su sobrina-nieta, Patricia Díaz Montenegro, docente en el colegio, la encargada de introducir la entrega de un ramo de flores en reconocimiento a su implicación y vinculación con el centro escolar. Un detalle que recibió de un sobrino-bisnieto, alumno del Sagrado Corazón, de la que le separan justamente 100 años.

Sonoros aplausos interrumpieron el relato de Patricia Díaz cuando hizo referencia a la medalla de Hija de María que Lulú lleva al cuello "totalmente gastada", o de su caracter "infatigable" que la llevó a asistir al acto de ayer a pesar de estar convaleciente tras una complicada intervención quirúrgica la pasada semana.

Hija de Evaristo Vázquez Lescaille, médico del pensionado en las primeras décadas del centro, la "tía Lulú" se ha convertido en toda una institución dentro de la comunidad educativa del Sagrado Corazón de Placeres.